[dropcap]H[/dropcap]acía un momento que había conversado con él, cuando alguien me escribía para decirme que acababa de verlo en aquellas frías horas de la noche salmantina con un termo al lado de un ¿indigente?
J.M Ferreira Cunquero
María Ángeles Pérez López o la ceremonia de la entrega
[dropcap]L[/dropcap]a desnudé con extrema lentitud hasta hacerla mía. Sentí cómo posaba la cabeza sobre mi hombro mientras con extrema lentitud se derramaba en los adentros un cáliz desbordado de palabras…
Imperialismo putrefacto
[dropcap]U[/dropcap]crania se va apagando como una vela. La destrucción va componiendo esa fotografía que vamos soltando sobre el desván de las miserias humanas junto a otras que solo emanan simples y efímeros recuerdos. Son las nieblas que fluyen y flotan como débiles sueños sobre el pasado.
La guerra que aprieta la nuca
[dropcap]E[/dropcap]ste momento que vivimos exige reunir en un grito unánime el descorazonador trámite humano de la más profunda impotencia. No sirven escusas, ni grotescas justificaciones que puedan avalar bajo la idea política amanerada y servil, la vil estratagema del invasor de Ucrania. No podemos tolerar ni asumir la destrucción de un país soberano por parte del prepotente mandas de Rusia.
Los cachalotes de Franco
[dropcap]L[/dropcap]a historia que trato de relatar me la contó, paseando por el puerto de Bermeo, Ignacio Ipiña, aquel pintor e intelectual vasco que dejó una huella imborrable en quienes lo conocimos.
¡Pobres sanitarios nuestros!
[dropcap]P[/dropcap]ensé que, tras el enorme y agotador trabajo del personal sanitario, en este tiempo de extravagantes bulos telemáticos antivacunas, a la gente le había dado por acercarse al edificio de Sanidad para darle el aguinaldo a quienes se merecieron mucho más que aquellas inocuas palmadas, que solo sirvieron para desfogar un tiempo horroroso de cárcel casera.
Éxodo juvenil salmantino
[dropcap]A[/dropcap] medida que la gotera de los años va calando la techumbre, cada vez importa menos que se emborrachen de humedad los muebles y todos sus abalorios. Lo importante es disfrutar viendo tras los cristales cómo la vida sigue con pulso imparable sus ciclos, enmarcando como don principal a quienes tienen la gran suerte de ser besados por la incombustible juventud.
Ventarrones del verano
[dropcap]C[/dropcap]omo todos los años, en cuanto atiza Lorenzo la fogata, nos acordamos de lo fresquitos que por estos pagos se pasa el invierno. Y es que, además, como valor añadido, la solana, cuando pega duro, suele resecar las vías sanguíneas, de tal forma que las seseras sufren metamorfosis que las convierten en vulgares máquinas de parir bobadas.
Con las reglas en la mano
Para ellos. Vascos de pura cepa,
por defender la democracia como socialistas
durante la época del miedo.
[dropcap]L[/dropcap]e ha venido bien a mi salud democrática hablar con una escritora amiga del país vasco (para mí de las grandes) que tuvo que soportar la amenaza etarra cerca del hombre que compartió a su lado la vida. Él (omito el nombre) ostentó un cargo importante representando al PSOE en el gobierno vasco. Socialista de la vieja y gran escuela que vivió en sus carnes los efectos de defender la Constitución por encima de cualquier miedo.
Pobreza y olvido
[dropcap]H[/dropcap]an de causarnos por lo menos admiración todos los movimientos altruistas que se involucran permanentemente en el exterminio de la pobreza que sufre el hombre en las zonas más deprimidas del mundo. Son estos gobiernos privilegiados de las parcelas capitalistas, los que deben estar obligados a parar los motores de la globalización deshumanizada, aunque nada más sea para ver en los paisajes sórdidos del sur de la tierra, el trasegar imparable de la muerte.