¡Fiesta!

 

[dropcap]No [/dropcap] puedo no sumarme. Habituados ya al veranito, el asuetito, la celebracioncita, la copita, la verbenita, ¿qué tal una tirita? Nosotros, digamos miembros de esta honorable sociedad que fomenta la tradición, con especial hincapié en lo relativo al festejo, no solo nos dejamos llevar sino que participamos activamente en estos jocosos días de colorido y dispar uniforme con personas puestas por dentro. ¿Qué más se puede pedir? ¿Qué es lo que no puede faltar? ¿Qué es lo que hace que una fiesta sea una fiesta como Dios manda? Seguro que lo tienes en la punta de la lengua.

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Ojos de ciego

 

[dropcap]¿Se puede?[/dropcap] ¿Es posible dejar de ser lo que se es? ¿Y lo que se cree ser? No te fíes de lo que pueda acomodársete sobre el papel, es demasiado buen aliado. Acepta todo argumento que pueda llegar a sugerir la imaginación. Permite decir y desdecir cualquier afirmación que brille allá al fondo. Mira que simple; de ahora en adelante yo…

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Conexión

 

[dropcap]S[/dropcap]in tener una urgente necesidad por nada en concreto, me urgí a enlazar el teléfono, el ordenador, la tele y el altavoz. Me pareció necesario hacerlo porque podía hacerlo. Porque se dará la circunstancia, por lanzar una imagen a una pantalla más grande que la original, por facilitar la tarea a cualquier ojo ajeno, por hacerla mayor.

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Umbral. Como Paco

 

[dropcap]M[/dropcap]ira que me gustó el concepto de zona de confort cuando lo descubrí. Me pareció fascinante cuando lo comprendí e interioricé (no basta con saber de su existencia). Aquel estudio de geniales paradigmas para balizar al individuo tales como la inteligencia emocional, la metodología sistémica, la programación neurolingüística, el análisis transaccional y demás ayudaron. Cuando el alumno osa hacer crítica de la labor del maestro… Que así sea, de lo contrario cada vez sabríamos menos.

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Oro, plata y bronce

 

[dropcap]H[/dropcap]ace ya un tiempo que no te hablo del tiempo. Pensé que se trataba de una temática muy repetida en estas 193 semanas, pero resulta que no lo es tanto en realidad. 193 semanas, permíteme una mínima autocomplacencia. 193 días delante de la pantalla del ordenador para contarte, para compartir contigo más bien, un mínimo de ciento noventa y tres ideas principales. No es gran cosa, poco más de medio año de mi vida lanzándote letras.

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Unalphabeto

 

[dropcap]D[/dropcap]e esas veces que pones la tele mientras te aplicas al garbanzo y zas. Oye, que van mil de ellas. – Ojalá, how I wish – me digo. Mil desde que se cuentan. Como cada vez que escuchas o lees que es el jueves más caluroso de la historia sin contar los meteoritos o el verano más frío que se recuerda siempre que no hayas oído hablar de los números de los estados isotópicos marinos, de Würm, Riss, Mindel o Güntz. Ahora encuentro respuesta al adolescente ¿Y esto para qué vale en la vida? A las raíces cuadradas me sigue costando verles sentido…

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La lechera 2

El cuento de la lechera en versión moderna.

 

¿Te sabes el cuento de la lechera? Fijo. Te refresco la memoria, va de una muchachita (toma nota) que dice, ¡anda! Estoy llevando leche de un sitio para otro, que me matan las cervicales ya de lo que pesa por una miseria y no me sale a cuenta por lo que me paga el señor lechero y él se lo lleva crudo. Se acabó. Me voy a hacer autónoma. Recordarás que, de tanto ir pensando en hacer grandes sus pequeñas pepitas de oro, no vio una piedra en el camino (lógico, se trata de un camino), se tropezó y cayeron desplomados al firme, el cántaro, la leche y sus sueños. Fin.

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Demodé

 

[dropcap]O[/dropcap]jo pestaña que estás en serio riesgo de quedarte más obsoleto/a que el teléfono de disco. Los de la rueda de plástico o metal llena de agujeros a través de los cuales podías vislumbrar unos números hermosos como un jacinto al frescor del alba. Si recuerdas, tenían un finisterre que hacía las veces de tope. Aquello sí que fue el futuro. Se cargó a la señora operadora sin piedad, la que te ponía con la señá Paquita a clavijazos.

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Gatosabio

 

[dropcap]S[/dropcap]oy perro. Me siento perro. Soy de perro quiero decir. Más que de gato, nada fan en realidad. ¿En serio es sensato fiarse de un mamífero ataviado con ojos de reptil? Además el perro es mucho más listo (pero menos sabio, sí). Aprende lo que le enseñes. Costará un rato porque vienen con la CPU formateada. Esto conlleva la fatigosa técnica de la repetición. Incluida la geolocalización adecuada donde depositar las deposiciones. En eso se parecen a ti. Tú también eres perro por mucho de gatunesco o gatunesca que creas tener, lo siento. Incluso, en muchos sentidos el can es mejor. Más eficiente quizás. Sin rencores. Por eso mismo lo digo.

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