Jesús Málaga, presidente del Centro de Estudios Salmantinos, y La Crónica de Salamanca inician una serie sobre monumentos, rincones, rutas y lugares ‘escondidos’ de nuestra ciudad bajo el título de: Salamanca, de la sombra a la luz
Fernando de Rojas, Cervantes y el mismísimo Lope de Vega pasaron por allí, o al menos, lo dejaron reflejado en su escritos. En esta serie de ‘Salamanca: de la sombra a la luz’, rescatamos de la mano de Jesús Málaga una calle que fue famosa entre los estudiantes de los siglos XV, XVI y XVII, quizá más, de la subida de San Juan del Alcázar desde el paseo del Desengaño, hoy Rector Esperabé.
En las cercanías de las famosas “Tabernas del Vino Blanco”, lugar inmortalizado en la literatura española, entre otros por Lope de Vega en su obra ‘El bobo del colegio’, por cierto obra que retrata muy bien la alta sociedad de Salamanca en el siglo XVII, hace referencia a las tabernas que se asoman al Tormes.
En estas casas, abiertas en las oquedades de la muralla, vivían personajes marginales, prostitutas y malhechores. En las casas ubicadas en la pronunciada subida, posiblemente se hallaba el habitáculo de la Celestina, alcahueta que Fernando de Rojas debió conocer y que le sirvió de inspiración para escribir su famosa obra en la que narra la tragicomedia de Calisto y Melibea.
Hay un hermoso pasaje en la Celestina, donde la propia alcahueta habla de los beneficios que le aporta el vino. En la mancebía de la famosa alcahueta, se sientan a comer ésta, las dos jóvenes rameras con quienes vive y sus galanes, «cada uno cabe la suya». Aunque pudiera parecerlo, no está Celestina sola en un extremo de aquella mesa ha colocado un jarro con vino; jarro que, desde que se hizo vieja, convirtió en su interlocutor y compañero habitual. ¡Ah, el vino!… «de noche en inllierno no ay {otro} tal escallentador de cama. Que con dos jarrillos destos que beua, quando me quiero acostar, no siento frío en toda la noche. Desto – es decir, de vino – aforro todos mis vestidos, quando viene la nauidad; esto – prosigue diciéndoles – me callenta la sangre; esto me sostiene continuo en un ser; esto me faze andar siempre alegre; esto me para fresca; desto vea yo sobrado en casa, que nunca temeré el mal año. Escancia luego Celestina y continúa con mayor ardor su interrumpido encomio del vino: Esto quita la tristeza del corazón, más que el oro y el coral; esto da esfuerzo; pone color al descolorido, coraje al couarde, al floxo diligencia; saca el frío del estómago; quita el hedor del anélito; haze potentes los fríos; a los cansados segadores haze sudar toda agua mala; sana el romadizo e las muelas; sotiénese sin heder en la mar, lo qual no haze el agua. Más propiedades os diría de ello qlle todos teneys cabellos. Assí que – sentencia rotunda – no sé qllién no se goze en mentarlo». concluye la vieja comadre.
Este lugar fue el elegido por Pablo Beltrán de Heredia, alcalde de Salamanca en la década de los setenta del siglo XX, para erigir una escultura a la Celestina, obra maestra de Agustín Casillas que hoy podemos admirar en la entrada del jardín de Calisto y Melibea.
Sería bueno recordar estas historias o leyendas de la Salamanca más universal, época, en la que recogiendo unos versos de Lope de Vega de su obra ‘El bobo del colegio’ decía de nuestra ciudad: «Once Salamancas tiene, que con mayor arrogancia su muro antiguo ennoblecen, pues puede decir España que há tres siglos que por ellas entra muda la ignorancia, y sale con mil laureles, docta, ilustre, eterna y sabia». Refiriéndose a la Universidad que este año cumple ocho siglos.
Bastaría unas placas que anunciaran que por allí vivió la Celestina, que se dejó ver Lope de Vega y que los estudiantes se corrieron más de una juerga entre las gentes de mal vivir.
Documentación:
El vino en las letras españolas, por Isidoro Villalobos Racionero.
El bobo del colegio, por Lope de Vega.
3 comentarios en «La calle de moda en la Salamanca del siglo XV»
Cada día me gustan más estas crónicas, querida periodista. ¡Da pena lo que se podría hacer, ¡y no se hace!
¡¡¡Qué bonito y bueno sería para Salamanca hacer «rutas» de nuestros más famosos personales, poetas y escritores colocando pequeños letreros en cada punto neurálgico…en el que pudieron vivir o relacionarse!!!…no costaría demasiado y Salamanca se convertiría como la Capital del Mundo de los Poetas y Escritores…de tal forma…que nadie pudiera llamarse tal si no nos ha visitado y honrado con su presencia…para dejar «huella»…
¿Hablamos de las Rutas Literarias?.
qué ideas tan fantásticas… sería estupendo, de verdad… ; todo mi apoyo. Intentaré ponerlo en conocimiento de alguna persona relalcionada con Turismo del Ayto. si me es posible. Ojalá… ; como dice Emiliano arriba… tanto por hacer que se podría… pero hay que ponerse!…