[dropcap]E[/dropcap]l otro día iba yo paseando con mi sobrina Isabel y su amiga Daniela, ambas brasileiras, cuando en el escaparate de una tienda, de esas que aún quedan con aire antiguo –¡benditas sean!—vimos unos chisqueros.
– ¿Qué es eso? –preguntaron extrañadas– ¿Para qué sirven?
Les explique que eran los antiguos encendedores de bolsillo, los que se usaban en el campo, los que no fallaban ni durante las más fuertes ventiscas. Sólo si estaba lloviendo había que cobijarse para encender el cigarro con él. Por supuesto, entré y les compré sendos chisqueros para que lo luciesen en su tierra brasileña.
Vieron como funcionaba al hacer saltar la chispa de la piedra y prender la punta quemada de la mecha ¡Y hubo que soplar, porque no lo hacía el viento! Comprobaron que contra más furioso fuese éste, mejor encendería.
¡Curioso aparatejo el chisquero, heredero del choque del eslabón con el pedernal, primo hermano del fusil de chispa! ¿Quién lo inventaría?
No hay que confundir chisquero con chispero; muchos lo llaman así, seguramente por aquello de que echa chispas. ¡Pues no! ¡No es lo mismo! En realidad su nombre más adecuado es el de mechero por tener una mecha que prender. Chisquero era aquel encendedor que funcionaba con un pequeño depósito de gasolina o de alcohol, que impregnaba una rama de algodón o de tela. Pero fallaba mucho. El “mechero” tenía –y tiene- el inconveniente del mal olor que deja, lo que le hacía ideal para el campo pero no para el hogar.
Ahora los encendedores son de gas. En muchos casos la chispa es eléctrica. ¡Hoy las ciencias adelantan…! Propongo que dejemos el nombre para los modernos y llamemos chisqueros o mecheros a los antiguos.
Claro que el nombre de “mechero” está ligado a otras actividades humanas… Permitidme, por tanto, que en esta “ocurrencia” que estáis leyendo llame chisquero al antiguo mechero, aún a sabiendas de que es algo incorrecto. ¿De acuerdo?
[pull_quote_left]No hay que confundir chisquero con chispero; muchos lo llaman así, seguramente por aquello de que echa chispas. Chisquero era aquel encendedor que funcionaba con un pequeño depósito de gasolina o de alcohol, que impregnaba una rama de algodón o de tela. Pero fallaba mucho.[/pull_quote_left]Y dejad lo de chispero para mi denominación de origen, como nacido en el barrio madrileño que bordea la Real Calle del Barquillo, de lo que ya os hablé en otra ocasión. Aparte ¡claro está! de lo que diga la R. A. E.
Esto del chisquero-mechero me da pie para pensar que las personas somos como encendedores o como chisqueros. Y no lo digo por la mayor o menor modernidad. ¡No!
Muchos nos hundimos en la desesperación cuando la vida nos aprieta. ¡Son los encendedores, que no prenden el cigarro cuando el viento sopla!
Pero hay otros que ante las dificultades se crecen, luchan por vencerlas, caen y se vuelven a levantar con más fuerza. ¡Son los chisqueros, que cuanto más fuerte es el viento, más lo es la chispa, hasta que salta el rojo sin llama en la mecha!
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En mi relación con la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer he visto muchísimos casos de estos “chisqueros”. ¿Qué tendrá esta terrible enfermedad, que provoca que los cuidadores pasen de ser “encendedores” a ser “chisqueros”?.
Tenemos nuestros momentos de desaliento, de hundimiento. ¡Cómo no tenerlos, si somos de carne y hueso! ¡Pero llega el viento, un viento muy fuerte, en forma de ayuda, del simple afecto de las maravillosas cuidadoras, de las sicólogas y de los amigos…! ¡Y la chispa vuelve a encender la mecha!
¿Y yo? ¡Cómo me gustaría ser, en todo momento, chispero chisquero!
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2 comentarios en «El chisquero»
Emocionante el símil que creas, muy bien traído. Enhorabuena por ese talento tuyo.
Muchas gracias, Cristina, por tu apoyo. Un abrazo a todos.