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Opinión

El can de Pedro Botero

¿Os acordáis de una de mis “ocurrencias“ en la que hablaba de las historias que se contaban en los pueblos durante la sobremesa nocturna, a la luz de los candiles? Historias generalmente truculentas, de apariciones de esas que ahora llaman paranormales.
¡Con qué afán las escuchábamos los niños, sin saber entonces que era morboso oírlas!

Y sin embargo ¡no me acuerdo de ninguna de aquellas historias para no dormir!

Pero mi hermana –¡Petri querida!-me ha contado una que escuchó cuando tenía ocho o nueve años, época durante la cual España padecía una cruenta guerra, que todos deberíamos olvidar ya.

Os la voy a contar.

Había en el pueblo (Casavieja: Ávila) un hombre muy, muy malo. ¿Qué haría para tener esa fama? A lo mejor era, simplemente, un amargado, una apenado por las desgracias. No sé.

Bueno. Pues contaban en el pueblo que cuando murió vino un perro enorme a su puerta, donde pasó la noche, sin ladrar, y al amanecer desapareció. Nadie supo nunca de quien era aquel can.

pero furioso.jpgNada más propicio para que nazca una leyenda. El perro sería ¡nada menos que Satanás! ¡O lo que es lo mismo, Pedro Botero! Sí. ¡Que sí! ¡Vino a la puerta de aquel hombre tan malo, tan malo, para llevarse silenciosamente su alma a los infiernos! Bueno, si se trataba de Pedro Botero, ¡a las calderas!
Y aquí se acabó el cuento.

Pero no. Algo más he de contar…

Pasaron muchos años, muchos. Vivía mi hermana en Galapagar, no muy lejos del cementerio donde reposan los restos de D. Jacinto Benavente (Ya sé que esto no viene a cuento, pero me apetecía decirlo. ¡Perdón! Sigo…)

Un día mi hermana fue, con una amiga, a un concierto al aire libre que daban en El Escorial. (Tampoco viene a cuento pero ella recuerda que hacia la mitad de la audición se levantó un fuerte viento, que obligó a la mitad de los músicos a dejar de tocar, ¡para sujetar las partituras a la otra mitad! ¡Perdón! Sigo…)

Al terminar el concierto y la posterior cena, o pinchoteo, o lo que fuera, Petri y Loli montaron en el coche y volvieron a Galapagar.

Aparcaron. Y cuando iban a salir del vehículo, un gran perro, en la tenebrosa noche de inminente tormenta, vino corriendo, aparentemente del cercano cementerio, y comenzó a girar, sin ladrar, alrededor del coche.

Mi hermana pensó si no sería el malévolo perro que se llevó el alma del hombre malo, muy malo, de Casavieja ¡Pedro Botero en persona!
¿Que qué hizo mi hermana? ¿Qué hubierais hecho vosotros en su caso?

¡No os lo digo! ¡Que cada cual termine mi “ocurrencia” de hoy como más le guste!

O mejor… ¿Por qué no me contáis vosotros el final?

2 comentarios en «El can de Pedro Botero»

  1. Puede ser que Petri pensara:aquí está el perro de antaño que viene a buscarme y si no es a mi…..vendrá a por mi amiga Loli…….!!!!pero, si ninguna de las dos hemos sido malas.

    Puede ser que pensara eso,no?????

    Responder

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