Charo Ruano es una de las grandes poetas salmantinas. Por eso, quién mejor que ella para hablar de lo que aporta la poesía religiosa a nuestra cultura poética. Durante la conversación mencionará poetas de antes y ahora, que tienen en común que pisaron y pisan las calles salmantinas y que escribieron y escriben poemas donde el sentimiento religioso, casi místico o místico, está presente en sus versos.
Se podría decir que España es una ‘potencia’ en poesía religiosa.
En nuestro país hay auténticos genios que han escrito poesía religiosa. Solo en el Siglo de Oro, desde Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Calderón… Lope de Vega tiene muchísimos romances, sonetos… poesía religiosa, al igual que los otros.
¿Religiosa o camuflaban lo que escribían como religioso?
No, era religiosa de verdad. Lope de Vega y Góngora eran religiosos. Eran personas que creen, que dudan. Establecen un diálogo con Cristo. En nuestro Siglo de Oro hay auténticas joyas de poesía religiosa.
¿Por qué es tan importante la poesía mística para la historia de nuestra poesía?
Porque nació en contra de todo. Surgió en el mismo momento que el Luteranismo, Protestantismo, el Concilio de Trento… nace con la fuerza de ir contra algo. Eso le da unas raíces increíbles. Lees ahora un poema de Lope de Vega dedicado al Cristo en la Cruz, a la caída… y es perfecto. Eso es lo que pasa con los poetas buenos que siempre son actuales.
¿Qué opina de lo que unos siglos después dijo otro poeta, Dámaso Alonso, que la poesía es religiosidad?
En gran parte sí. La poesía es religiosidad y lo que se ha intentado, para hacerla más asequible, es quitarle lo místico para que llegara a más gente. Pero si lo miras bien, lo de Lope de Vega o Góngora lo entendemos todos. La auténtica poesía tiene algo de religiosidad.
¿Equipararía el sentimiento religioso con el enamoramiento?
Cuando estás enamorado tu idea es fundirte con el otro. Ser uno. Eso es el amor terrenal. Esa época de admiración, adoración… de fusión absoluta. Eso elevado a la máxima potencia, que sería fundirse con Dios, ya es la poesía mística. Es el punto más alto de la poesía religiosa. No es que hagas un camino, sino que quieres fundirte directamente con él.
Tenemos a Santa Teresa y San Juan de la Cruz como los grandes místicos. ¿Se sigue escribiendo con esa intensidad?
Sí. Por ejemplo, Gabriela Mistral tiene algunos poemas estremecedores referidos a la pasión y a la religión. Sí que hay autores que lo viven y lo transmiten de una manera muy especial. Aquí tenemos a Antonio Praena, hay poemas que llevan un camino místico. Es un grandísimo poeta. Otro ejemplo. Ben Clark tiene poemas en los que también dialoga con Dios, le pide cuentas.
¿Es una búsqueda?
Dialogar con Dios, buscar a Dios… todo lo que eso significa es una curiosidad que nos provoca, nos estimula.
Por ejemplo.
Vicente Gaos es un poeta, que ahora mismo no lo lee nadie, y tiene un soneto inspirado en uno de los sonetos más famosos de la mística española. El que dice: ‘No me mueve, mi Dios, para quererte //el cielo que me tienes prometido,// ni me mueve el infierno tan temido // para dejar por eso de ofenderte. (…) Es anónimo. Vicente Gaos, que era de izquierdas, seguramente no creyente, pero tiene un soneto que dice: ‘No me mueve mi Dios para odiarte’ (…) Hace una vuelta, es como si le reprochara las cosas que el otro le alaba a Dios. Es un soneto que te estremece. Antonio Machado dice –quien habla solo espera hablar a Dios un día–
Si el diálogo, la búsqueda son inspiración. ¿Lo es también el sufrimiento?
Gerardo Diego tiene un libro que se llama Viacrucis y un poemario dedicado a las Estaciones del Calvario.
El Viacrucis es puro dolor.
Es todos los sentimientos. El dolor físico, el moral, la soledad, la pérdida, la angustia… es lo máximo que te puede pasar. No hay nada más.
Y al final está la muerte…
El final es la Resurrección.
¿Cree que cuando Jesús iba con la cruz a cuesta pensaba en que al tercer día resucitaría?
No lo sé. Es un acto de extrema confianza en el padre. Él hace lo que le tiene destinado el padre. No sé si se entenderá que Cristo hace un sacrificio de entregar su vida por salvarnos. Su soledad. Y el dolor de su madre. La Virgen sí sufrió de verdad.
Son los dos protagonistas de la Semana Santa.
La madre y el hijo solos en su propia soledad.
Ha mencionado a Antonio Praena, que fue Poeta ante la Cruz… grandes poetas escriben su poemario y lo recitan ante el Cristo Yacente en la Catedral la tarde del Domingo de Pasión.
Sí. Para mí el poemario de Antonio Sánchez Zamarreño, que fue Poeta ante la Cruz, ‘La nuca del malhechor’ es de una belleza y una profundidad que yo lo calificaría casi de místico. Lo mismo que el que escribió Mercedes Marcos. Podrían figurar en la mejor antología de poesía religiosa de este país. Son dos personas muy sabias y que tienen interiorizada nuestra poesía mística.

¿La religiosidad entiende de ideologías?
Creo que no. Es tanta la curiosidad… sobre todo en poetas de cierta edad, porque ahora los jóvenes están educados al margen de la tradición y la religión. ¿Qué interés vas a tener en escribirle a un Cristo algo que para ellos no les dice nada? Pero, para una gran cantidad de personas que nos hemos criado en esa cultura, es otra cosa.
Explíquese.
Hace unas semanas estuve en Madrid y pasé por delante de una iglesia católica y escuché unos cantos sublimes y entré. Eran las 8.30 horas de un domingo. El sacerdote estaba de espaldas a los fieles. No entendía nada, vi que no era latín. Pregunté y me dijeron que eran ucranianos. Le había cedido el templo. Ellos tienen más parafernalia que nosotros. Eso, si lo ves con los ojos de un niño que va creciendo, creas o no creas después, a ti te queda un poso, un lenguaje, unas historias y palabras que son insuperables.
¿Está pensando en algo concreto?
Sí. Durante la Vigilia Pascual se proponen nueve lecturas: siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo. Todavía recuerdo aquella larga Lectura del Génesis (…) Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero (…) Aquello yo lo escuchaba fascinada y ahora, también. Somos muchos los que lo hemos vivido así. Al final, cuando te pones a escribir, tiras de ahí, de todo ese magma…
¿Le debemos mucho a la poesía religiosa?
Sin ninguna duda, creo que la poesía amorosa le debe mucho a la poesía religiosa. Sobre todo el intentar elevarnos, no quedarnos en la superficie.
Si la Iglesia ha sido mecenas de pintores, arquitectos, escultores o músicos ¿dónde colocamos a los poetas?
La poesía va por otro camino. Estas tú sola con tu folio y tu lápiz o ahora con el ordenador.