La dieta mediterránea reduce el riesgo cardiovascular en pacientes con covid

Un estudio del Ibsal analiza cambios en los hábitos de vida para mejorar el abordaje de las personas con síntomas prolongados tras la infección
Imagen del coronavirus Sars-Cov 2, causante de la enfermedad covid-19.

Dos estudios realizados por la Unidad de Investigación de Atención Primaria de Salamanca (APISAL), del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) y la Gerencia de Atención Primaria de Salamanca, publicados en la revista de alto impacto Nutrients, abren nuevas vías relacionadas con los estilos de vida para un mejor abordaje de los pacientes con covid persistente, una enfermedad todavía muy desconocida y heterogénea que afecta al 7-10 % de la población española, y que supone, por tanto, un importante desafío de salud pública.

En el primero de los trabajos, se ha demostrado que una mayor adherencia a la dieta mediterránea se asocia con un menor riesgo cardiovascular en personas con covid prolongada, al detectar niveles más bajos de ácido úrico, menos componentes del síndrome metabólico, menor circunferencia de cintura y niveles más altos de colesterol HDL. Una asociación que, como indica el investigador principal del grupo Promoción de salud cardiovascular de APISAL, el Dr. Manuel A. Gómez Marcos, “nos va a servir para poder establecer terapias en el futuro basadas en estilos de vida” que mejoren el pronóstico de estos pacientes.

La evaluación de la calidad de la dieta se realizó mediante el cuestionario MEDAS (Mediterranean Diet Adherence Screener) del estudio PREDIMED, el régimen alimenticio de 305 personas diagnosticadas con covid persistente en Atención Primaria de Salamanca o en las consultas monográficas de Medicina Interna, y al tiempo se fueron analizando la presión arterial, la glucemia, los triglicéridos, el colesterol, el índice de masa corporal o los niveles basales de ácido úrico.

Adherencia a la dieta mediterránea

“Dividimos a los pacientes en tres tertiles según su grado de adherencia a la dieta mediterránea y medimos su relación con factores del síndrome metabólico y con el riesgo cardiovascular, y realmente vimos algunos efectos positivos en aquellos con mayor seguimiento de esta dieta, lo que nos permite intentar hacer una intervención en este ámbito para ver si logramos una mejora clínica”, asegura la primera firmante del artículo e investigadora de APISAL, la Dra. Nuria Suárez Moreno.

El segundo de los artículos publicados en Nutrients evaluó la relación entre el consumo de alcohol, la estructura vascular y la rigidez arterial en adultos con covid persistente. Del mismo modo, en este estudio descriptivo transversal en 305 personas (97 hombres y 208 mujeres) se establecieron tres grupos según los tertiles de consumo de bebidas alcohólicas y “fue muy significativo comprobar que, respecto a los que no bebían nada, los que mostraban una ingesta elevada presentaban peores parámetros vasculares, y tener las arterias más rígidas y con más grosor es claramente un factor de riesgo de episodios cardio y cerebrovasculares”, tal y como explica la primera autora del manuscrito e igualmente investigadora de APISAL, Silvia Arroyo Romero.

Proyecto BioICOPER en covid persistente

Ambas publicaciones se enmarcan en el ambicioso proyecto BioICOPER, cuyo protocolo de investigación también fue reseñado en la revista Frontiers, y con el que se pretende, desde un enfoque multifactorial, arrojar un poco de luz hacia la covid persistente, en la que todavía “hay muchas incertidumbres, tanto para los pacientes, que padecen síntomas muy variados y de manera fluctuante, como para los profesionales sanitarios, que se enfrentan a una enfermedad desconocida a nivel fisiopatológico sobre la que hay muchas teorías pero pocas certezas”, asegura el Dr. Manuel A. Gómez Marcos.

Con este objetivo, se ha estado realizando una evaluación integral de los más de 300 pacientes diagnosticados con covid prolongada con diferentes escalas sobre fatiga, sueño, disnea, calidad de vida, atención, estado nutricional y fragilidad, así como sus estilos de vida (dieta, actividad física, hábito tabáquico y consumo de alcohol), factores psicológicos y deterioro cognitivo. Igualmente se han tomado medidas sobre el riesgo cardiovascular, la composición corporal, el envejecimiento vascular e incluso la presencia de daño vascular en la retina.

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