Opinión

En tierra hostil

Un mazo de madera y un huevo. Imagen de Steve Buissinne en Pixabay

Un año más, volvemos a conmemorar el Día Internacional del Acoso Escolar entre sonrisas y lágrimas.

La brutalidad que regala el acoso escolar hace que volvamos a sentir que sigue sin cambiar casi nada y nos pone a altura de países en los que la violencia está normalizada.

Me hubiera gustado escribir que el acoso escolar ya no existe, que las administraciones públicas no miran para otro lado, que la Ley del Menor se ha actualizado y que realmente cumple su cometido. Quisiera decirle que la Ley de Protección a la Infancia está totalmente implantada, pero no es así y sinceramente la mentira no es lo mío.

Tampoco se han actualizado muchos protocolos, por no decirles casi ninguno, por lo que me queda seguir pidiendo el nacimiento de un protocolo nacional, porque aunque sean diferentes en todas las comunidades, el acoso escolar y sus intenciones siguen siendo las mismas.

Pedir una ley que ampare a las victimas y que exista el delito es de justicia para quienes vemos que seguimos en tierra hostil, viendo como sigue existiendo el sufrimiento, la muerte y los vendehúmos que se aprovechan de situaciones para seguir viviendo a costa del dolor de otros, aunque no lo parezca.  

Año tras año seguimos asistiendo a improvisaciones, tiritas, buenas palabras e intenciones que suenan bien, pero pocas veces se cumplen. Seguimos asistiendo e insistiendo en que la sociedad debe cambiar y dejar su ‘yoismo’ a un lado para que aparezca la humanidad y no el egoísmo que saca los egos y lo peor de cada uno dañando a quienes son vulnerables y no pueden o no saben defenderse.

Se abren caminos, no lo voy a negar, a base de esfuerzo personal y en muchas ocasiones dándote de bruces con la realidad que hace ver el camino por el que no se debe ir y las puertas que no se deben tocar.

Previsiones revueltas ante futuros inciertos que siempre pagan los mismos, algunos con sus vidas y otros malviviendo la suya. Familias que no volverán a ser los que eran, porque el tsunami que recorrió sus vidas les dejó, la soledad, la incertidumbre y la desconfianza como compañeros de viaje.

Apelo a la sociedad que sabe ser solidaria y empática ante tragedias que sacan lo mejor de cada uno, no esperen, esta tragedia que supone el acoso escolar, lo tienen al lado y pasa todos los días, sin tener que señalarlo o ser mediático. Abran los ojos y no nieguen la realidad de lo que estoy segura, también ven porque este también es su problema.

Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying

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