Opinión

Un santo más presente de lo que se cree

Tener un patrón propio, tan vinculado a la ciudad, es siempre motivo de orgullo. Más si se trata de san Juan de Sahagún, un santo importante, aunque a muchos no le parezca. Pero al visitar enclaves Agustinos nuestro patrón constantemente aparece en algún lugar significativo. León XIV, que fue prior general de los Agustinos, lo conoce muy bien y en sus visitas a Salamanca, seguro, debió encomendarse a él. En la catedral de Burgos, de la que fue secretario canónigo, se le representa en su capilla con el traje capitular en vez del hábito Agustino.

En Salamanca, el santo de Sahagún está bastante más representado de lo que se cree. Si dejamos a un lado los dos colegios de Los Agustinos, en la ciudad lo encontramos en bastantes lugares. Lamentablemente, la escultura monumental que debiera honrarle, por su ubicación y el rol institucional que asume, fue un desatino en todos los aspectos. Ni el personaje ni la ciudad merecen tal afrenta.

Por eso, mejor avanzar hasta la calle Toro y contemplar la fachada de la iglesia que el padre Cámara, Agustino, levantó en su memoria. Clamaba al cielo no haber dedicado un templo al patrón. Para la parte superior de la fachada, Aniceto Marinas, el gran broncista del momento fundió dos portentosos relieves, dedicados a los episodios más conocidos de la vida del santo, la pacificación de los bandos y el milagro del Pozo Amarillo.

Dentro de la iglesia, como debe ser, hay una buena imagen en el presbiterio, procedente quizás del destruido convento de San Agustín. Y sin exponer al culto, en el coro conservan otra buena imagen en madera policromada. Bastante desconocido es el relieve que Damián Villar realizó para una entrada trasera de la iglesia de Fátima, pues esta parroquia nació como sufragánea de San Juan de Sahagún.

En la catedral nueva, donde reposan sus restos, tenemos una imagen vestidera para las celebraciones en su honor, aunque la buena, de bulto redondo, es la que el padre Cámara encargó a su amigo Marinas para la capilla del palacio episcopal. Ahora da la bienvenida, en el vestíbulo de ese mismo edificio, a quienes visitan el museo diocesano.

A mayores de la parroquia y aledaños, por las calles de la ciudad hay también otras representaciones. El relieve de la calle Traviesa casi pasa desapercibido, pero el de la calle Pozo Amarillo, en el lugar donde se obró el milagro, es más llamativo. Allí se realizaba la ofrenda floral hasta que perpetraron el atentado contra el buen gusto ya referido. Dentro de la Casa Grande, el Ayuntamiento, lo podemos ver en las dos salas nobles. En la de plenos aparece en la pintura central del tríptico mural pintado en 1962 por Ramón Melero para reflejar los principales episodios de la historia local. Y en el salón de recepciones hay una imagen de pequeño tamaño que realizó Malmierca Zúñiga para acompañar a la Virgen de la Vega.

Por último, dos extraordinarias pinturas vinculadas a la capilla de la Universidad. Antes de la reforma había dos lienzos de los santos Agustinos. El de San Juan de Sahagún, con la eucaristía, y Santo Tomás de Villanueva, realizados por Claudio Coello en 1693. Ahora están en la capilla de la VOT del Carmen. Al realizar la reforma, con el retablo de Gabilán Tomé, se le encargan esos mismos motivos a Francesco Caccianiga, que los pinta en Roma en 1764. En este caso, el patrón de Salamanca fue representado en la escena del Pozo Amarillo.

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Te recomendamos

Buscar
Servicios