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Juan Echeverría: «El periodismo está en declive por las nuevas tecnologías y porque se ha dejado avasallar»

Juan Echeverría expone en la Casa de las Conchas: 'Himba, la tribu más bella de África'.

Juan Echeverría muestra hasta el 3 de mayo una exposición de fotografías «Himba, la tribu más bella de África» en la Casa de las Conchas. Hablamos con él de África, pero también de su trabajo durante la Transición para Diario16 y de cómo ve el mundo del periodismo con la revolución digital.

Juan, ¿qué se necesita para vivir?
No sé, creo que tener un espíritu de libertad y algo interior que te haga mover. En mi caso, sin moverme no soy yo y me cuesta vivir. De hecho, cuando estoy en casa, no puedo pasar más de un mes sin salir.

¿Cuánto podemos soportar?
Estamos hechos para soportar. He tenido la ‘fortuna’ de poder conocer otras civilizaciones y las he visto por todos los continentes. África es el que más me ha llegado, quizá porque tengo un instinto muy ancestral, me ha movido allí y he visto otra forma de vida. Realmente, no sé cuál es la adecuada. Aquella necesita desarrollo, porque en principio, te permite vivir mejor. Nosotros aquí prácticamente tenemos de todo y no somos tan felices.

 

Serie de fotografías de Juan Echeverría que se pueden ver en la Casa de las Conchas hasta el 3 de mayo.
Serie de fotografías de Juan Echeverría que se pueden ver en la Casa de las Conchas hasta el 3 de mayo.

El desarrollo te permite vivir más años…
Sí, a nivel de salud, sí. En mi caso, he tenido malaria tres o cuatro veces, de hecho la tengo enquistada, debido a la insalubridad que he tomado y aquí estoy. El agua,… He visto verdaderas calamidades por no tener agua. Mujeres que se trasladan cuatro o cinco kilómetros al amanecer, cogen sus cántaras y un niño a la espalda, y esa mujer prácticamente tiene cinco o seis horas de tarea por no tener un grifo y quizá, es tan sencillo como hacer un pozo.

¿Qué se aprende de otras culturas?
A vivir, porque te das cuenta de que no se necesita tanto. Allí con lo básico son felices. He visto a niños que con un palo y una rueda vieja sonríen y aquí, un niño de ocho años necesita teléfono, consolas,… tienen un sobre exceso de cosas.

Pueden estar en la calle…
Salvo en las ciudades grandes, donde hay guetos que son muy peligrosos. Pero, en general sí, la vida se hace más en la calle. De hecho, la exposición que se puede ver en la Casa de las Conchas es de hace 25 años, de un viaje de un año por toda la zona del sur de África, Namibia, Zimbabwe, Sudáfrica,…

¡Veinticinco años! ¿Ha tenido ocasión de volver a la tribu?
No, no he vuelto a Namibia, ni tampoco a Sudáfrica. Es más, cuando estuve allí acababa de salir Nelson Mandela de la cárcel y me gustaría ver cómo es ahora Sudáfrica.

 

El jefe de la tribu Himba, fotografiado por Juan Echeverría.
El jefe de la tribu Himba, fotografiado por Juan Echeverría.

¿Ha tenido conocimientos del devenir de la tribu reflejada en las fotografías?
No. Hace unos años estuve en Londres y me enteré que en el rio Kunene, que hace frontera Angola y Namibia, iban a hacer una presa. Esto iba a ocasionar que parte de esta tribu que vive al norte de Namibia y cerca del rio, que son precisamente los que fotografíe, se quedaban sin agua para vivir. No sé exactamente lo que ocurrió, creo que se hizo una especie de represa y ahora, uno de mis proyectos es saber qué ha sido de ellos y de mí. (risas)

Puede que se sorprenda de la evolución que ha tenido en este cuarto de siglo…
Sí. Es curioso, tengo un recuerdo de ellos casi olfativo. Podían pasar dos o tres años sin ver las fotografías y cuando lo hacía, me olía a ellos.

No tiene miedo de la frase de Sabina: Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, de Pece de Ciudad.
No, a lo mejor te puedes decepcionar, pero nada más. Este mismo proyecto que quiero hacer en África, lo hice en Kosovo. Volví a los siete años, para mí el reencuentro con esas personas, que se acordaban de mí perfectamente, me emocionó muchísimo y a ellos también, porque vivimos el proceso de salir de los campamentos de Albania para regresar a Kosovo. Ni siquiera habían entrado los soldados de la OTAN, fuimos nosotros los primeros. La satisfacción de ver, tras siete años, que habían recuperado sus casas y sus vidas. En este caso, me encantaría volver a ver a las personas que pueblan la tribu de Himba. Ellos, en aquel entonces, no tenían ni moneda, funcionaban con trueque.

 

Cuatro mujeres de la tribu Himba, de Namibia, fotografiadas por Juan Echeverría.
Cuatro mujeres de la tribu Himba, de Namibia, fotografiadas por Juan Echeverría.

¿Cómo les convenció para que se dejaran fotografiar?
Fue llegar allí, no conoces el idioma, vas en coches y motos,… te parece que vas a romper con todo. Pero, no. ¡Su curiosidad es tan grande! Por lo que fue muy bonito. No nos metimos en el poblado. Estuvimos como 20 días y no comencé a hacer fotos hasta el tercer o cuarto día. Al principio, fotografiaba su vida diaria, preguntamos por el jefe y nos presentamos. Para mí, es más la mirada y la aceptación de esas personas y que en un momento dado los pude tocar. Me encanta tocar a las personas que retrato, que no todas las culturas te lo permiten, y luego accedieron a hacerse las fotos que se ven en la exposición. Ellos están en una especie de estudio, porque la luz en el desierto es muy dura. ¿Cómo los metes allí? Pues diciéndole que iba a montar el estudio y simplemente la curiosidad les llevaba a mirar. Les hice algunas polaroid y les enseñaba las fotos. Creo que algunos de ellos no habían visto nunca una cámara. Esto fue en el año 90. Todos están colocados por mí y eso hizo que entablara una comunicación con ellos. Puse el alma en esta exposición. Una cultura ancestral que se comunica con la mía, que es la más moderna. Fue estupendo.

Cambiando radicalmente de ambiente. Usted fue fotógrafo en la Transición. ¿Cómo ha evolucionado el periodismo en estos años?
Me parece lamentable que el presidente del Gobierno dé una rueda de prensa en un plasma. Hice prensa diaria pura y dura, pero desde hace años no lo hago. Hay una exposición en la Universidad de Salamanca de fotografías de Suárez, hechas por Antonio Suárez, que fue compañero mío en Diario16, y ahí se refleja perfectamente hasta donde podías llegar a los políticos. Eran accesibles. Hace unos años, si tenías un problema en Moncloa, los fotógrafos nos plantábamos porque no nos dejaban trabajar bien. Ahora, y volviendo al plasma, la limitación es exagerada. Ya no es que te puedas acercar a la persona, es que no se puede trabajar. Te cuento una anécdota. No terminé la carrera por un detalle y sólo me falta una asignatura. En una exposición que se hizo en la facultad yo tenía una foto de una manifestación antifascista, en la que se veía a un policía que iba a pegarle con la porra a un estudiante. Esa foto se expuso, pero a los dos o tres días desapareció. Pregunté y me dijeron que había ido la Policía Secreta y habían tomado mi nombre. A mí no me pasó nada, pero me fui a ver al Rector, le dije que en los años que estábamos, era 1980, que si iba a hacer algo. No me dio ninguna explicación. Por eso no acabé la carrera. Ahora mismo, ¿qué haces? No vas a dejar de ser periodista, pero te pueden encarcelar. Hay cosas que están pasando y la única forma de reflejar lo que ocurre es fotografiándolo.

 

Juan Echeverría, en la Casa de las Conchas, con su exposición al fondo.

Ahora cualquiera puede reflejar lo que ocurre, a través de las redes sociales…
Sí, además esas imágenes les valen a los medios, cualquiera puede informar. Hay veces que un hecho se difunde antes en las redes sociales que en los medios de comunicación. Está claro que hay que estar formado para poder transmitir, pero los medios se están aprovechando de que cualquier imagen les vale. Es un problema para nosotros. Yo he perdido trabajos porque pienso que no me los van a pagar. La profesión de periodista está en declive precisamente por las nuevas tecnologías y porque nos hemos dejado avasallar. También tenemos parte de culpa, porque hemos dejado que personas que no son periodistas, puedan publicar.

¿En qué se están convirtiendo los medios de comunicación?
Están sujetos al mercado. El Banco Santander compró las portadas de varios periódicos y todos los medios se vendieron. Eso no había ocurrido nunca en España y dudo que en algún otro país haya pasado que un anunciante pueda comprar una portada de un medio de comunicación con una publicidad. Tendríamos que saber cuánto ha pagado. Es más, no me gusta ni que compren la contraportada, porque cuando compras un periódico lo haces por las noticias, no por los anuncios. Tendríamos que haber hecho un boicot, porque no compras un periódico para que den publicidad, sino para que te den información.

¿Cómo convivan los medios impresos con los digitales?
Los jóvenes no van a comprar periódicos. Cuando trabajaba en Diario16 me encantaba tocar los periódicos aún calientes o revelar los carretes. Te ibas de viaje e llevabas líquidos, carretes… y ahora tengo una sección en el suplemento de viajes de El Mundo que hago las fotos con el teléfono móvil, de hecho la sección se llama ‘Con el teléfono al hombro’. Ahora no es fundamental tener una buena cámara. Hace 20 años era impensable hacer eso. (risas)

Dos de las niñas que fotografió Juan Echeverría en África.
Dos de las niñas que fotografió Juan Echeverría en África.

¿Qué va a significar la Ley ‘Mordaza’ para un fotógrafo?
Siempre ha sido complicada la imagen. Ahora me voy a poner en el lugar del fotografiado y no sé si en un momento dado, en el que estoy ejerciendo mi profesión, me gustaría que me fotografiaran. Claro, depende de qué profesión. El periodista tiene derecho a informar y reflejar lo que ve, por lo que es un equilibrio difícil. No sé, si ahora trabajara en un periódico, sería de los que tendría problemas. Te cuento una anécdota. Me ocurrió hace años en Diario16. Hice unas fotos en un entierro de un militar que había participado en el Golpe de Estado del 23 de febrero. Había un fotógrafo que era de El Alcázar y no tuvo ningún problema. Cuando empezó el funeral, saqué la cámara, me puse un brazalete de fotógrafo y me detuvieron. Allí estaban Armada, García Carrés,… Hice unas fotos y salí como pude. Llegué al periódico en el que era director Pedro J. Ramírez. Me preguntó qué tal y le dije que aún tenía el corazón encogido. Revelamos las fotos y eran muy identificativas. No se publicaron. ¡Y ya estábamos en la Transición! No se publicaron, no por el temor del periódico. Se veía un féretro con una bandera anticonstitucional y los militares con la mano levantada. No se publicaron por temor de lo que me pudiera pasar a mí. Me llamaron a mi casa y también amenazaron al medio. Unas veces no tienes libertad de expresión y otras peligra tu vida. Cuando vas a conflictos bélicos sabes que te enfrentas a la muerte, porque la vives en directo, pero que en tu propio país, tu ciudad,… yo viví una escena en la que temí por mi vida. La Ley Mordaza se convierte en el temor de que si sacas esto, pueden ir a por ti.

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