[dropcap]C[/dropcap]uriosamente de lo que más hablaba Hipólito era de lo que más se quejaba. Curiosamente de lo que más se quejaba era de lo que decía no poder escapar. Curiosamente, de lo que no podía escapar era a lo que más atención prestaba.
[dropcap]C[/dropcap]uriosamente de lo que más hablaba Hipólito era de lo que más se quejaba. Curiosamente de lo que más se quejaba era de lo que decía no poder escapar. Curiosamente, de lo que no podía escapar era a lo que más atención prestaba.
[dropcap]L[/dropcap]e dicen puntería como si solo dependiera de unos buenos ojos para ver claramente el centro de la diana. Evitada la ceguera, existen medios para corregir las deficiencias visuales. De sufrirla, una campanilla o un cascabel le bastarán al oído. ¿Por qué aciertan unos y otros no?
[dropcap]D[/dropcap]ecía Platón que en una hora de juego se puede descubrir más acerca de una persona que en un año de conversación.
[dropcap]E[/dropcap]ra de sobrado y popular conocimiento que su comprensión oral se podía definir como óptima desde hacía ya un tiempo. Comprensión oral ya sabes, eso de entender lo que escuchas, ya sabes, eso que conlleva un punto mayor de intensidad, de intención que solo oyendo. Ya sabes, lo que se te dice, no lo que se te escribe. Ya sabes. Conversaba en un buen castellano.
[dropcap]E[/dropcap]staba en juego la disputa del trono desde el que gobernarlos a todos. Los aspirantes pertenecían a 5 familias que ansiaban ocuparlo para dominar todos los reinos. En un día se resolvería. En una noche se revelaría.
[dropcap]L[/dropcap]os dos profetas arribaron a la ciudad armados hasta los dientes con una sola palabra. Listos. Conocían de antemano la tibieza de los individuos que la poblaban. Necesitaban banderas que seguir y sobre las que secar sus ajados y cansados ojos en caso de segura necesidad.
[dropcap]L[/dropcap]a situación no se acercaba a ser perfecta, pero tampoco era terrible. Hay muchas notas intermedias entre la matrícula de honor y la deficiencia. En esto, empataban con casi todas las personas que conocían.
[dropcap]E[/dropcap]l alto por el ancho te regalará la foto, se encuadrará en el marco en el que decidas depositarla, encajará estática, se llama ahora, aceptará cualquier tiempo verbal que le propongas. Ahora. Generoso, vital, real, invitará al paladar, al goloseo, al acunarse o al gritar. Suerte de poder vivir pensando única y exclusivamente en ahora… Y que le den al tiempo, hoy es hoy. ¿Y qué mañana? Si no llegará nunca. ¿Y qué ayer? Encontrará la forma de ubicarse a la distancia perfecta para no poder hacer gran cosa al respecto… Lo que ves es ahora, lo que está por venir se llama imaginación, lo que ya pasó, memoria.
[dropcap]S[/dropcap]ucedió hace mucho tiempo, a finales del siglo XX y comienzos del XXI concretamente. Paradoja. De éstas, las hay fascinantes y divertidas y otras que, por el contrario, se presentan angustiosas e ininteligibles. Creyeron que tenían que vivir y hacer todo tan a prisa como se les ocurría cuando, curiosamente, sus vidas transcurrían por el hilo más largo de todos los tiempos. No mucho antes, se podían dar por satisfechos aquellos que superaban la barrera de los 40 años cuando en aquella época la esperanza de vida (ahora voy con ella) duraba el doble de giros aproximadamente…
[dropcap]L[/dropcap]as señales eran evidentes desde hacía tiempo. Nadie hizo nada al respecto, la fatalidad se presentaba paciente e inexorable. Señales decía. Pequeñas pistas, pequeñas modificaciones, pequeños cambios en los habitantes hábitos. Se notaban, pero pareció mejor no hacer caso para evitar convertirlo en real.