¿Y si un día nos levantamos por la mañana y aceptamos que somos unos desmemoriados sin álbum en el que guardar imágenes ni agenda sobre la que puedan descansar nuestras notas? Sí, es probable que pasáramos un día muy complicado, nos derrumbaríamos sobre la cama sin recordar que hay que meterse dentro, pero con el cansancio que seguro habríamos acumulado, a quién le importa.
Alberto González
El encuentro
[dropcap]E[/dropcap]n cualquier curso básico de introducción a la negociación para dummies o peor, se escuchará en algún momento que antes de lanzar la primera palabra hay que tener claros los negociables y los innegociables, para jugar con los primeros y a los que soldarse en el caso de los segundos.
Citas de palabra
[dropcap]L[/dropcap]levo un tiempo citándome a diario con palabras. Juego con ellas, preferentemente tras el café de la mañana, a media tarde cuando mis primeras horas me son requeridas o a deshoras cuando no consigo que mis días me pertenezcan.
Patos
[dropcap]T[/dropcap]ranquilamente miras al pez, ¿qué hace? Nada. ¿Y al pato? Lo mismo, ¿verdad? Sí, siempre que nos dejemos de puntillas. Quizá seríamos más certeros si dijéramos que el pez en realidad no nada, sino que bucea según nuestro criterio, quizá la pescadilla siente volar. Pero esa no es la cuestión sino un simple matiz que ignoraremos por comodidad, prestar atención a todos los detalles supondría no hacer otra cosa. Nunca más.
Personas que él y ella
[dropcap]H[/dropcap]ay personas que él y ella. Y ya. Personas de ausente tercera. Que acuden a él y a ella para mantener a escondidas el íntimo yo y el cómplice tú. Personas que dibujan con tiza un muro en el suelo para observar solo desde su lado. Que hablan de quién no está. Que juegan coquetean contigo para que no les abandones, para que nunca seas un él o una ella. Que sin decirlo se abrochan el nosotros.
Personas que tú
[dropcap]H[/dropcap]ay personas que tú. Y ya. Personas de segunda singular. Que utilizan el nosotros por el mero hecho de que así incluyen un tú. Personas a quienes les da pereza el yo, el él, la ella, ñpcoquetean por obligación con nosotros y nosotras e ignoran por completo a ellos y ellas.
Personas que yo
[dropcap]H[/dropcap]ay personas que yo. Y ya. Personas de primera y en singular. Que utilizan el nosotros por el mero hecho de que así incluyen su yo. Personas a quienes les da pereza el tú, el él, la ella, los vosotros y vosotras, los ellos y ellas, singulares y plurales en segundas y terceras.
Soñé por un momento que era aire
[dropcap]Y[/dropcap] en cuanto nacemos respiramos. Una primera bocanada que saldrá de dentro en forma de llanto. La primera señal que lanzamos. Un sonoro aquí estoy, ya he llegado, quiero cosas, dámelas adivinando hasta que sea capaz de pedirlo con palabras o por mis propios medios lograrlo.
Cuatro elementos 2. Tierra a la vista
[dropcap]Y[/dropcap] en cuanto nacemos aterrizamos. No pondremos aún los pies en la tierra, alguien que ahí ya los tenga nos sujetará, se ocupará de nosotros, nos impedirá caer. Seguro que deberemos hacer lo mismo por alguien más adelante.
Agua siempre
[dropcap]Y[/dropcap] antes de nacer ya buceamos con o sin conocimiento de tal capacidad. Conectados a través de un tubo que nos ofrece todo lo que necesitamos para desarrollarnos completamente. O tan completamente como necesitamos en ese punto. No es agua, no es solamente agua, pero es el líquido en el que debemos estar, del que debemos poder salir, como hicieron las especies más ambiciosas hace millones de años. Salir del agua para avanzar.