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Habla

 

[dropcap]E[/dropcap]ntiendo que es complicado. Que resulta embarazosa esa sensación de desnudez. Se buscan constantemente pero no es fácil conectar. No cualquiera es capaz, no resulta sencillo aguantar el duelo a balcón abierto, invitan a escapar, a evitar las acometidas cuando vienen de frente, solo se sujetan con firmeza cuando delante no se muestra más que el horizonte vacío, ese que está lleno de cosas, de figuras, de retazos, de relieves, de mínimas caricaturas imaginadas e imaginables con luces y sombríos.

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Cuestión de estado

 

[dropcap]L[/dropcap]e pidió que se definiera con toda la libertad que otorga la palabra pero con trampa, solo quería una, solo tenía intención de escuchar una. Cambió su gesto ya que creía no poder encontrar la adecuada para cumplir tamaña demanda. Frustrante no ser capaz de competir en un juego de lenguas. Era por tomárselo todo en serio, sobre todo el hamor. Una sola palabra es incapaz a no ser que pueda detener el tiempo.

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Feminací (la tilde importa)

 

[dropcap]E[/dropcap]stás en un error. Hay una parte de todo por lo que luchas que jamás comprenderé. No entiendo tu feminismo. No entiendo que exijas igualdad con lo mío. No entiendo que quieras tener las mismas oportunidades que yo. Porque yo soy un hombre. Y no te equivoques. No somos iguales. No lo seremos jamás. Jamás llegarás a mi nivel. Sencillamente, porque no sabes. Porque no puedes. Te equivocas si crees que puedes. No. Discúlpame, pero es que eres una mujer. Yo soy un hombre.

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Nitro

 

[dropcap]N[/dropcap]o se tuvo en cuenta que su color es con el que pintarás el cielo del próximo día de termómetros rojos. La medalla de oro para el ardor, al hielo se le escurrirá entre las manos la de mercurio. Se decidió que el azul sería su color oficial. El de la sección de congelados, el de la flecha cabizbaja de los mapas del tiempo, el de los ojos del rey enemigo de los tronos de los hombres.

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Jake

 

[dropcap]L[/dropcap]levaban juntos desde el mismo principio. Siempre estuvo dispuesto a sacrificarlo todo por ella. No fueron pocas las veces que asintió sin preguntas sabiendo que tenía todas las de perder ante rivales, a veces enemigos, más capaces, más hábiles, con más medios. Lo sabía, pero eso le daba igual. Ignoraba cualquier peligro. Por ella…

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La ojera es al ojo lo que el oro a la oreja

 

[dropcap]P[/dropcap]uede no entenderse la consciente malinterpretación de los términos que se muestran objetivamente testados, si bien es cierto que la opción de hacer lo contrario es un derecho inalienable, siempre, aceptando tácitamente que la reclamación de tal garantía puede, en ocasiones, no ser adecuada.

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La consulta de la doctora Arrea Samanta

 

Decían que la doctora Arrea Samanta era distinta, que tenía un nosequé, un idontknow, un saispasquoi, que ejercía con una confianza al límite del abuso desde el primer golpe de lengua. Se le reconocía ser la primera especialista allí destinada a quien se le entendía letra en receta sin postgrado en criptografología de lenguas muertas, decodificación binaria y esperanto.

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Pan del Infierno

 

[dropcap]L[/dropcap]a historia que decidimos contarnos nos persigue sin descanso. Hasta que decidimos dejar de contarla así. Hasta que la compartimos de manera distinta. Hasta que la reescribimos. Todas comienzan con un llanto inconsolable. Todas se gestan después de muchos días con los pulmones llenos de un oxígeno carente de aire. Todas comienzan a partir de unos ojos que no ven más allá de sus propios párpados. Todas nacen tras un riguroso encierro. Toda historia comienza despacio.

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