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Opinión

Hoyer

[dropcap]H[/dropcap]oy es hoy y eso es lo que único que importa. Basta echar un vistazo a esa gran fuente de la verdad y el conocimiento que es tu muro y contabilizar cuantos ¡A por el lunes, martes, miércoles..! se comparten a tu alrededor. Sumemos también los ¡Por fin es juernes, viernes, sábado! Ni una mención para las fotos de gatitos en esta ocasión.

El caso es que por cada década que lleves viviendo sumarás entre 3652 y 3653 ayeres. Todos ellos anteriores a tu hoy cualquiera que a su vez se adelantará a todos los mañanas que están por llegar. Incluso hoy se convertirá en ayer esta noche. A las 12. Que sean muchos más.

Hoy ha nacido esta mañana pero me temo que tú y yo no. Llevamos miles de ayeres por aquí y por cuestiones aritméticas, este hoy está en clara desventaja respecto a los ayeres. ¿Qué pueden aportarnos en clave positiva entonces? Saberes. Pistas. Tiritas. Algodón.

Si te motiva aceptar la idea de que cuando abres los ojos por la mañana tienes delante de ti un papel en blanco en el que poder escribir lo que te apetezca, fenomenal. Todo mi apoyo. ¡A por el día! Pero difícilmente será así. Alguien habrá capaz de lograrlo claro que sí. El mundo está lleno de personas, sería osado afirmar que nadie puede. Pero difícil es. Porque te metiste en la cama ayer. Y ayer fue como fue. Y lo condiciona absolutamente todo.

Oskar nació en 1933. Vivió en Alemania con su madre y como la gran mayoría de los jóvenes de aquella época y lugar, se integró en las Juventudes Hitlerianas, cantera de una idea que acabó con la vida de más de cinco millones de judíos. Tras la Segunda Guerra Mundial trabajó como minero en la cuenca del Ruhr.

Jack se fue a vivir a Venezuela con 15 años. Desde allí viajó a Israel donde realizó el servicio militar y trabajó en un kibutz, una comuna agrícola. Volvería a cambiar su residencia de nuevo, esta vez a los Estados Unidos.

Se reencontraron en 1954. 21 años después de haberse visto por última vez. Cuando sus padres se separaron y repartieron el botín. Un gemelo para cada uno. 6 meses tenían. «Vaya morro, ¡alguien vistiendo mi cara!», diría Jack. Sabedor de que tenía un hermano nazi, no compartió su condición de judío ni como la tía que tenían en común sobrevivió en el campo de Dachau, por ejemplo. En ese momento, a pesar de parecerse como dos gotas de agua no tenían en común ni siquiera el idioma.

25 años más tarde formaron parte de un estudio de la Universidad de Minnesota. Demostraron las mayores diferencias entre gemelos idénticos criados por separado y también muchas similitudes en aspectos personales. Jack entendió que el pasado nazi de su hermano fue condicionado por el contexto en el que se crió. Oskar dijo: «Si hubiéramos sido cambiados, yo sería judío y tu nazi».

Genes y ayeres. Saberes, pistas, tiritas y algodón.

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