El conejal de Turismo de Salamanca, Fernando Castaño (Cs), ignora que cuando pase todo esto, es decir la legislatura que la ha hecho soñar con ser el líder mundial de la hostelería local, en algunos sitios ni le dejarán entrar.
El Ayuntamiento no desautoriza al concejal de turismo que hace una semana participó en una protesta contra la Junta, del mismo color político, y se alineó de nuevo con los negacionistas. En pleno delirio por la desesperación en la que ha caído cuestiona sin tapujos la obligatoriedad del uso de la mascarilla “en pleno agosto y sin nadie alrededor”.
No cree justificado cerrar el ocio nocturno (medida que han adoptado varios países europeos) donde se han visto escenas poco edificantes ni el uso de la mascarilla en las terrazas, off course, porque viene a decir que es mejor que los salmantinos se contagien en un entorno seguro que de botellón o en fiestas de pisos.
Por eso, y porque él lo vale, se presentó hace una semana en la protesta de los hosteleros contra la Junta y el Gobierno, no para defender a los profesionales agobiados por el cataclismo de sus negocios, sino por su propio interés. No hay que llamarse a error.
Ha aprendido deprisa y se ha destapado como un vividor de la política sin ataduras ideológicas ni la mínima lealtad a la estructura en la que ha decidido entrar voluntariamente y que le proporciona un sueldo de 60.000 euros al año.
Por encima de todo y de todos está su interés, que ahora, una vez agotado su recorrido en la política, consiste en postularse para pasar a la historia de la ciudad como el mejor concejal de turismo, cuando su única aportación hasta ahora ha sido organizarse un viaje a Jalisco para potenciar el garrulismo local sin complejos y agitar el teléfono móvil con la luz encendida en una protesta contra la Junta y el Gobierno.
Quizá no se puede esperar más, pero el concejal de hostelería no es consciente de ello, aunque no se lo pueda creer, porque sedicentemente se sitúa en un plano más elevado dándose ese aire de superioridad intelectual con el que adorna su discurso pretencioso. Como si llevar los zapatos desatados y navegar contracorriente con declaraciones más o menos llamativas fueran signos distintivos de un talento refinado, en lugar de lo que parece. Como si al hablar de Pérez Reverte en una entrevista (que lo ha hecho) se le pegara algo de él.
Al principio sus extravagancias hacían gracia, porque utilizaba expresiones y frases que no era habitual oír a los políticos actuales, pero ahora es inevitable pensar que se pone en evidencia cada vez que habla y alimenta las dudas sobre si necesita algún tipo de ayuda. Es la delgada línea que separa la genialidad de la bufonada.
Así las cosas, no debería extrañarnos que si viene una pandemia que ataca ferozmente al país y al sector hostelero, no pierda la ocasión para elegir que te contagies si le das a elegir entre tu salud y su gloria.
Castaño se reafirma y dice que los 60.000 euros al año que le ha puesto el PP casi se los pagan los hosteleros, que es a quien se debe, no a los ciudadanos que pagan sus impuestos, ni al PP, que ahora es rehén del monstruo que ha contribuido a crear, pensando que era lo que parece.
“Era más fácil no ir a apoyar a un colectivo que al final es el que justifica mi sueldo. Que soy el concejal de hostelería”, dijo para justificar su actitud, sembrando de nuevo el desconcierto y la estupefacción en medio de reproches a la oposición porque no acudió a la protesta de la Plaza Mayor.
Ya dijo al inicio de la pandemia que se la sudaba que la gente se contagiara y le diera por morirse malamente, que él quería que estuvieran abiertos los transportes, hoteles y bares para que la pandemia no echara a perder la temporada.
En el mismo vídeo aseguró que iba a ser el peor concejal de Turismo, por los datos tan negativos que arrojarían las estadísticas –todos estábamos en casa, nadie viajaba, se ve que es un gran estratega-. Se quedó corto, porque es el peor concejal que ha pasado por el Ayuntamiento de Salamanca y han sido muchos. Flaco favor le hace a Salamanca y al PP este jugador de ajedrez, que él mismo se ha dado jaque y mate.
Ya ha hecho apología del negacionismo y se ha manifestado como un supercontagiador ante la pasividad de sus jefes políticos, que como acostumbran, miran para otro lado cuando hay un problema. El alcalde calla y otorga.
El PP traga con sus desvaríos y salidas de tono porque sabe que está en sus manos (Fernando Castaño también y se aprovecha de eso) y no le queda otra, esperando que pase la legislatura cuanto antes. Aunque en ocasiones sus aspiraciones convergen.
El mismo alcalde dice que le pidió a Mañueco hace quince días que la Junta se replanteara el cierre del ocio nocturno, pero una de dos, o no le dijo nada al presidente o Mañueco le ha hecho el mismo caso que Fernando Castaño a la Junta y al Gobierno.
Carbayo pudo aprovechar la ocasión para pedirle al presidente de la Junta que echara el resto para que el nuevo hospital estuviera para este otoño, pero debió considerar que hay cosas más prioritarias. También se podía haber encontrado con que Mañueco le recordara lo del vial, si eso.
3 comentarios en «Negacionista y supercontagiador»
Lo de este señor castaño es inaudito, sus extravagancias no hacen gracia y q su sueldo salga de mi parte de impuestos… me desasosiega
¡Vaya tropa…!
Igual molesta cierra visión no tan alineada al gusto de la derecha… Todos a una aunque sea al canal. Yo lo he escuchado y es atrevido, no postula ningún ilegalidad, son puntos de vista que en ningún momento son negacionistas… El artículo es claramente el esfuerzo de un periodista en gritar lo que le han dicho que grite… Como me decía un viejo.. Ni los buenos don tan buenos, ni los malos sin tan malos