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De las guías en bus urbano a los americanos perdidos por la Rúa

Durante las visitas turísticas de Inés Criado Velasco
Inés Criado Velasco, guía profesional de turismo en Salamanca

Como en todos los casos, cuando uno trabaja tiene que enfrentarse a todo tipo de situaciones. Además, cuando se está de cara al público estas vivencias suelen ser mucho más curiosas e hilarantes. La guía turística Inés Criado Velasco ha contado a La Crónica de Salamanca algunas de las anécdotas más curiosas que ha vivido en sus más de treinta años de profesión. 

La Sala de las Tortugas

Hace unos años, durante una guía, Inés y una compañera llevaron a un grupo de turistas a la exposición de la Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, que consiste en diferentes ejemplares de tortugas fósiles. En un determinado momento durante unos minutos de descanso, las dos guías observaron a una mujer que miraba a uno de los fósiles muy detenidamente. La sorpresa de las dos mujeres se produjo cuando la tercera preguntó: “¿Por dónde se le da de comer a esta tortuga?”, pensando que el animal estaba vivo.

Dilema entre Catedrales

En esta ocasión, cuenta Inés que se trataba de un grupo que había contratado una visita por Salamanca, pero no habían comprado entradas para entrar al interior de los sitios. Al llegar a la Catedral Vieja, preguntaron por qué no entraban, a lo que la guía les explicó que se requería entrada y, si querían acceder al interior, debían comprar el ticket, pero tenían que entrar todos, ya que el grupo no podía separarse. Por aquel entonces, para visitar el interior de la Catedral Nueva no había que pagar, mientras que para la Vieja sí.

Tras la explicación de la guía, el grupo se reunió para debatir si entraban a la Catedral Vieja o a la Nueva. De repente, una mujer le dice al resto: “Que sepáis que la Catedral Vieja, es vieja, pero vieja”, tratando de hacerles entender que iban a pagar por ver una ruina.

Perdidos por Salamanca

Esta historia la protagonizaron un grupo de americanos que, en viaje religioso, venían de Fátima acompañados por curas y monjas. Debido a que este tipo de estancias son de unas horas, Inés quedó con ellos junto al Puente Romano. Como el tiempo para la visita era escaso, fueron hasta la Plaza Mayor y, de ahí, hasta la Catedral por la Rúa para, finalmente, volver al Puente Romano donde el autobús los esperaba para llevarlos al Hotel Las Claras, donde se alojaban.

Al llegar al autobús, un matrimonio le dijo a Inés que una mujer se había quedado en una tienda de la Rúa comprando y no aparecía. Además, no llevaba ni el teléfono ni la documentación. Tras ello, la guía y uno de los curas fueron a buscarla pero, como seguía sin aparecer fueron al hotel a cenar e Inés llamó a la Policía Local y volvió a la zona a tratar de encontrar a la señora perdida. Nuevamente, tras mucho buscar, no encontró a la mujer, por lo que regresó al hotel.

Su sorpresa fue máxima cuando a su llegada le dicen que el matrimonio ha ido a buscar a la mujer (sin conocer la ciudad). Una vez más, la guía se echó a la calle, esta vez para tratar de encontrar a la pareja. Cuando los encontró, volvieron al hotel pero, en esta ocasión le dijeron que uno de los curas había ido en busca de la primera mujer, que aún no había aparecido. Finalmente, un rato después, la Policía llamó a la guía para decirle que una mujer (la que se había perdido inicialmente) estaba en el Ayuntamiento con los agentes que había en la puerta.

El autobús de japoneses

La siguiente anécdota sucedió el día después de la anterior. Un grupo de turistas japoneses acudieron a Salamanca y contrataron una visita por la ciudad con Inés. La guía quedó con ellos e la Plaza del Poeta Iglesias (entonces los autobuses podían cargar y descargar pasajeros). Sin embargo, el autobús pasó por el citado punto, pero pasó de largo, por lo que debían hacer de nuevo la circunvalación hasta llegar a dicha plaza.

Tras ello, la guía llamó a la Policía para pedir que, si encontraban a ese autobús, le indicasen cómo llegar. Cuando respondieron, preguntaron quién era, “Una guía”, respondió Inés. “¿Quién, la que perdió ayer a varios americanos?”, a lo que ella contestó: “Sí, y hoy he perdido a un autobús entero”.

Los que querían ir “en carro”

Los protagonistas de esta anécdota fueron diez integrantes de una familia sudamericana. Al comienzo de la visita, le dijeron a la guía que querían ir “en carro”. Pese a ello, no tenían contratado ningún autobús, tampoco el que les llevaba y traía de ciudad en ciudad. Después de mucho insistir en que no querían caminar, la única solución que acabaron proponiendo fue montar en los autobuses urbanos.

El primero les llevó hasta el Campus Miguel de Unamuno. De allí, fueron en otro hasta el Barrio San José y, finalmente, montaron en un tercero hasta la Plaza Mayor. Al bajar, la visita había concluido, e Inés les dijo: “Espero que les haya gustado ver la Salamanca moderna”, a lo que los turistas le respondieron: “Nosotros queremos ver la histórica” (los vehículos no pueden acceder).

La Puerta de la Traición

Un grupo de personas mayores, durante una visita por la ciudad, pasó por la Puerta del Río, también conocida como Puerta de Aníbal. Pasado un rato, una de las mujeres le preguntó a Inés si no iban a ver alguna puerta más (no hay). “Es que mi hija me ha dicho que no me pierda la Puerta de la Traición”, dijo la mujer. La guía, asombrada, le explicó a la señora que esa puerta se encuentra en Zamora y ellos estaban en Salamanca. Sin embargo, ella siguió insistiendo en verla.

Cuando la visita, momentos antes de terminar, llegó a la Plaza Mayor, la mujer volvió a insistir con dicha puerta. “Con todas las cosas que hay y no hemos visto la Puerta de la Traición”, dijo nuevamente. “¡Pero que bonita es Zamora!”, concluyó.

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