[dropcap]T[/dropcap]errible e inhumano es lo que ha hecho Hamás, y terrible e inhumano es lo que está haciendo Israel, y más concretamente el gobierno del extremista Netanyahu, un ejemplo de “hombre fuerte” que como dice David Trueba en un artículo reciente, tanto perjudican y “debilitan” a sus países.
El conflicto en esa zona no solo está enquistado sino que tiene raíces y causas complejas, y entre ellas el periodo en que el fascismo y el racismo se adueñaron de Europa y se produjo el Holocausto o la Shoah.
Esa persecución inhumana y genocida en la Europa civilizada del siglo XX contra los judíos impulsada por el nazismo, el fascismo, y la ultraderecha, fue un impulso definitivo a la huida -en un contexto de masacre de gran parte de la población judía europea, que tanto ha aportado a nuestra civilización.
Y baste recordar en nuestro caso y remontándonos a su tiempo, a Juan Luis Vives, Abraham Zacut, Teresa de Cepeda y Ahumada, Juan de la Cruz, o Andrés Laguna.
Por tanto, no conviene olvidar aquel tiempo, ya en el siglo XX, en que se expandió el fascismo y el racismo, y los orígenes de aquella responsabilidad.
Nuestro propio franquismo tuvo hasta el final fuertes vínculos con el nazismo, y muchas de sus personalidades tuvieron esa ideología. Aquí se refugiaron conocidos criminales nazis y filonazis, bajo la protección del dictador fascista. Libros como «La auténtica Odessa», de Uki Goñi, y otros muchos, ofrecen información importante al respecto.
Esa vinculación con el racismo y el antisemitismo del régimen fascista de Franco (que como decimos llegó a colaborar con los criminales nazis) daba continuidad a una tradición racista y antisemita muy enraizada en una Hispanidad católica adulterada e inhumana, es decir, anticristiana.
Encontramos muestras del racismo y del antisemitismo más torpe en algunos tratados de hombres de la Iglesia española, como por ejemplo en ese tratado titulado «Centinela contra judíos puesta en la Torre de la Iglesia de Dios», del P. Fr. Francisco de Torrejoncillo, en que se propone reconocer a los judíos por un «olor» especial y un «rabillo» que les sale en la rabadilla.
Junto a la pérdida y el empobrecimiento que esa expulsión supuso para Europa, se produjo también un aumento del conflicto en la zona que hoy es escenario de terribles matanzas.
Con fecha del 17 de octubre del presente, El País publica un artículo conjunto (y entre los firmantes está el conocido escritor David Grossman) que hace un llamamiento a la izquierda democrática y progresista, tradicionalmente contraria al antisemitismo y al racismo, y defensora de los derechos humanos, de unos y de otros.
El artículo se titula «La insensibilidad moral de la izquierda», y es una queja por un cambio de actitud que los firmantes aprecian, en una parte de la izquierda progresista hacia lo que son actos de violencia contra civiles, algunos con un fuerte componente sádico, injustificados en todo caso, procedan de un lado o de otro.
Al menos algunos de los firmantes de ese artículo se han caracterizado en su trayectoria intelectual y en su activismo político por la denuncia de la violencia, proceda de donde proceda (también cuando procede de su gobierno), y por la defensa de los derechos humanos.
Si a esto se añade que parte de la ultraderecha europea, conocida por su arraigado racismo y su antisemitismo, ahora quieren pasar por lo contrario, conviene que la izquierda progresista occidental, siempre contraria a esos vicios morales del racismo y el antisemitismo, recapacite y encuentre la respuesta correcta ante los actos de violencia que hoy vivimos.
La violencia debe cesar, entre otras cosas porque es inhumana y no conduce a nada. La violencia solo es semilla de más violencia.
1 comentario en «Terrible e inhumano»
La independencia y la tolerancia se inicia en el vocabulario. El suyo en principio, no es neutral, ni de barrio de obreros. Cierto, que con un bolígrafo y un poco de olvido, se puede redactar hasta que el Che Guevara era un libertador, Franco otro, y así hasta llegar a Stalin y compañía.
Lo pero de todo, tener que emborronar papeles para acceder al dinero para no tener que descender al mundo real.
Un abrazo. Y trabajar despeja la mente y las ideas. Pues el conseguir bienes mediante el esfuerzo, es darles valor y denominar a las cosas por su justo nombre, como extrema derecha y extrema izquierda, progresista de derechas y de izquierdas, y pendencieros de todo tipo.
Por cierto, para vivir bien hay dos maneras, ser redactor de dictados y alagar a los lectores o afiliarse a un sindicato o partido político (son pues centros de empleo).
Y será cierto.