Opinión

Eme punto Rajoy

Mariano Rajoy, en la comisión de investigación del Congreso sobre la 'Operación Cataluña'. (Congreso)

La «policía patriótica» del gobierno de Rajoy es uno de esos acontecimientos cochambrosos en que se revela, una vez más, que nuestra democracia está a medio hacer. Pero dentro de ese plantel de acontecimientos cochambrosos, repetidos y numerosos, que nos descubren a menudo las carencias de nuestra democracia, este reviste (junto quizás el 23F) una especial gravedad, precisamente por la burla y el desprecio que supone de los mecanismos democráticos y del Estado de derecho, aproximándose mucho a las prácticas de los totalitarismos y los fascismos. Lo cual supone llegar a un punto en que el chiste pierde toda la gracia.

Con este tipo de hechos saltamos de escala y pasamos sin darnos cuenta de la Liga de la política (con sus dimes y diretes) a la Liga de la delincuencia, que es asunto más serio y preocupante.

Digamos de paso que el humorismo chistoso de Rajoy, que tan buenos rendimientos le produce a efectos de máscara y disfraz, puede acabar dando un poco de miedo. No mucho pero si el suficiente para aguar el chiste. Las cloacas nunca han sido un escenario favorable al buen humor.
En la reciente comparecencia de Rajoy ante una comisión de investigación parlamentaria sobre aquellas maniobras oscuras, de cloaca, que intentaron -entre otras cosas- anular mediante una guerra sucia y antidemocrática, las expectativas políticas y electorales de Podemos, con personajes sórdidos por medio, como el comisario Villarejo, el expresidente invisible de aquellas cloacas «patrióticas» vino a decir que él no sabía nada, dando a entender que los que lo sabían eran otros (quizás su ministro del interior), y esto a pesar de quedar grabada la frase de Fernández Díaz, su ministro del Interior, cuando dijo aquello de «El presidente lo sabe”.

Obviamente esta contradicción va a dar mucho de sí en el juego competitivo del reparto de culpas. O sea, en el juego competitivo de quién carga con el muerto.

Quizás avanzando bazas y posiciones en esa competición por librarse de la culpa y adjudicársela a otro, Fernández Díaz, el ministro del interior del gobierno de Rajoy (el «presidente que lo sabe»), no tuvo reparo en reconocer que a su juicio, el Eme punto Rajoy que aparece en los papeles de Bárcenas llevándose una pasta en forma de sobresueldos (un total de 163.507 euros de la ‘caja B’ del PP entre 2003 y 2008) es el Mariano Rajoy de carne y hueso que dice ahora que él no sabe nada, ni de esto ni de lo otro.

En el capítulo de aclaración de expresiones y conceptos (como ya está hecho respecto de la libertad de los «libertarios») conviene decir que lo de policía «patriótica» no se refiere, como es obvio, a un patriotismo ciudadano, civil, o de nación, sino que se refiere a un «patriotismo» corrupto de partido corrupto que no tiene otro objetivo que mantener y proteger el status quo de esa corrupción. En definitiva un «patriotismo» similar al que en la mafia une al padrino con los apadrinados.

Aunque siempre hay un arrepentido que canta y rompe la Ley de la “omertá”. Como está ocurriendo ahora con la Gürtel.

2 comentarios en «Eme punto Rajoy»

  1. Y ante toda esta basura , los jueces silbando y mirando para otro lado. Si les molesta pensemos, si la justicia es un cachondeo, que se pongan manos a la obra en estas cuestiones. Estamos hartos de pagar únicamente los de siempre : es decir los tontos.

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  2. Patético, M., haciéndose el gallego. No sé si es gili*****, o se cree que lo somos los demás. En cualquier país normal ya haría tiempo que estaría en la trena.

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