Para hacerse una idea del estado deplorable de nuestra justicia y de nuestra democracia, basta poner el foco en dos temas nada banales, que por otra parte algunos intentan silenciar, olvidar, y mantener, sea como sea, y pese a quien pese (la democracia será la principal perjudicada), lejos de nuestra atención y de nuestro interés:
El asunto «rey emérito», o sea, la impunidad «constitucional» de nuestros monarcas (que resultan en última instancia «eméritos» a pesar de que delincan), y esa doble realidad o incluso titularidad de nuestra monarquía, compartida entre un monarca ya irrecuperable (pero impune) y otro todavía útil (pero igual de impune), tan extraña y tan significativa como «plan B» sustitutivo de un «plan A» de un establishment un poco trilero.
Y por «establishment» entiendo un núcleo aún influyente y muy dependiente de la corrupción y la desigualdad ante la Ley, recalcitrante por tanto a la muy aconsejable evolución de nuestro país desde la situación actual a una democracia de verdad.
El otro asunto, nada banal tampoco, que permite también hacernos una idea sobre nuestro estado de cosas, es el asunto turbio y tóxico de la «policía patriótica” del gobierno de Rajoy, o sea de las cloacas del PP, guerra sucia contra la oposición legítima y demás síntomas claros de fascismo, corrupción, y ataque directo (aunque oculto) a la democracia.
Y conviene hacerse una idea, aunque sea tardía, lenta y perezosa, sobre la trascendencia de todo esto, y del peligro que implica pasarlo por alto, enseñados por lo que ocurre hoy en relación con un Derecho internacional que hoy está ya noqueado y desaparecido. Y sobre todo y de forma más notoria por lo que ocurre en los Estados Unidos de Donald Trump, donde un intento de golpe de Estado, con asalto al Capitolio y con muertos, ha acabado en la incomprensible impunidad de su promotor, lo cual ha permitido y dado alas a todo lo que ha venido después.
Y para hacerse una idea de lo que ha venido después conviene leer el artículo escrito por Siri Hustvedt (Premio princesa de Asturias de las letras) y publicado en El País del 18 de abril, cuyo título nada ambiguo es «El fascismo en Estados Unidos». Un artículo de lectura imprescindible.
La ausencia de una respuesta firme, legal y democrática, ejercida desde una justicia autónoma e igual para todos y que hiciera frente a la gravedad de aquel suceso (un asalto violento al Capitolio de Estados Unidos), ha degenerado hoy en lo que muchos interpretan ya como el inicio de una tiranía en uno de los países más poderosos de la Tierra, a cargo del mismo sujeto que alentó e impulsó aquel asalto golpista. Es lo que tiene ser complaciente con este tipo de anomalías democráticas. De lo cual podemos aplicarnos el cuento.
Conviene leer algunos artículos de prensa que conectados indirectamente entre sí, nos advierten de las consecuencias de no tomar medidas a tiempo y dejar que la democracia que nos quede (sobre todo en el ámbito de la justicia, pero también en el ámbito de la vida académica y civil) se vaya por el desagüe. Hagamos un recorrido por la prensa reciente:
«Las universidades y la dictadura de los millonarios», de Luis García Montero, en El País.
¿Puede aún Estados Unidos evitar la quema de libros?», de Josep María Vallés, en el País.
Pestañas postizas flotando en el espacio», de Delia Rodríguez, en El País, que nos informa sobre algunos rasgos y riesgos de la plutocracia.
La viñeta de The New Yorker de 21 de abril, que representa a Donald Trump jugando y haciendo malabarismos con el globo terráqueo, como hacía Chaplin en su película «El gran dictador».
«Harvard demanda al Gobierno de Estados Unidos por la congelación de fondos federales para la investigación», de Macarena Vidal, en El País.
«La alarmante declaración de la senadora republicana Lisa Murkowski sobre el gobierno de Trump: «Todos tenemos miedo», en BBC News, de 18 abril 2025: «La senadora Lisa Murkowski se ha convertido en la política republicana de más alto cargo en lanzar un aviso sobre lo que se está viendo en Estados Unidos con el gobierno de Donald Trump».
En este enlace de Youtube (https://youtu.be/ZMd_jq2iQWw?si=dsV0HdvP1pifhl1r. ) pueden oírse y verse (el gesto es importante) esas manifestaciones de la senadora republicana. Sin duda muy significativo porque entre las mismas filas de Trump surgen las voces de alarma.
Y así podríamos seguir la pista de un montón de alarmas, alertas, y miedos, resultado de la actuación de aquel al que se dejó impune de un asalto golpista.
Y luego al calor (o el frío terrible) de estas noticias conviene recordar, para ponernos en alerta nosotros mismos, que el capo americano de las órdenes ejecutivas y ejecutoras firmadas con misil rotulador, tiene admiradores acérrimos e igual de extremistas entre nosotros, como Ayuso y Abascal, que se han puesto incondicionalmente del lado y al servicio de ese representante oscuro de un mal muy real.
Un mal que en sus diversas manifestaciones, incluso ecológicas y humanitarias, combatió a trancas y barrancas (al menos desde el mensaje expresado, que no es poco) y con feroces opositores en contra, Francisco, el Papa que nos ha dejado.
Y es que hay un contraste muy notable entre un Juan Pablo II, que defendió y protegió a Marcial Maciel, delincuente múltiple, y que se reunió amigablemente y casi como camarada con Pinochet, y un papa Francisco, que defendió e intentó proteger a las víctimas del neoliberalismo, denunciando las injusticias de un «sistema» muy poco cristiano que ha degenerado en plutocracia sin complejos y en carcoma de la democracia. Un sistema además de poco cristiano, poco ecologista, nada franciscano, y destructor del planeta que nos nutre, de lo cual dejó constancia escrita en su encíclica franciscana y ecologista «Laudato sí”.
El mejor elogio que puede hacerse de él es que intentó recuperar «algo» del cristianismo original para la iglesia católica del siglo XXI, con lo dificultoso de esa tarea en un mundo donde algunos verían en Cristo, si volviera, un peligroso «comunista», un nefando ecologista, o un «buenista» sin futuro y perdedor, o incluso un «enemigo del comercio», sobre todo cuando fustigaba a los mercaderes del Templo.
Sí puede afirmarse, porque está comprobado, que durante su mandato y probablemente bajo la inspiración de su mensaje, Cáritas en España tuvo la
valentía y la coherencia cristiana de defender la dignidad humana y los derechos humanos de los inmigrantes contra los ataques furiosos y demagógicos de los políticos del PP-VOX.
«El papa que sulfuró a Bannon, Milei, Salvini y Ayuso» (artículo reciente en El País), sin duda se ha ganado el cielo.
Lo cual nos remite a este otro artículo: «Tres proféticas voces cristianas frente a Trump», de Juan José Tamayo (El País 17 abr 2025). Otro tema distinto es quien le sustituirá y con qué talante afrontará su tarea. El cine puede introducirnos ilusoriamente en estos ambientes cerrados que tienen
fobia a la luz y que viven en gran medida del secreto.
Dos películas pueden ayudarnos en este intento ficticio de conocer el poder Vaticano desde dentro: «Los dos papás» (2019) y «Cónclave» (2024).
Está última, en alguno de sus desarrollos argumentales y en alguna de sus escenas, pone el foco en una de las asignaturas pendientes (y son varias las asignaturas pendientes) de la iglesia católica: la posibilidad de que una mujer ocupe el papado.
Permítanme una pregunta simbólica: ¿Dios es masculino o es femenino? Si no puede responderse con lógica aplastante a esta pregunta, tampoco puede asegurarse con rotundidad excluyente que el representante del Dios católico en la Tierra tenga que ser necesariamente masculino.
Los taoístas este dilema filosófico lo resuelven con su Yin y Yang, entremezclando simbióticamente el principio masculino y femenino en un símbolo verdaderamente sabio. Un símbolo con forma de abrazo.