La Audiencia juzga al cabeza de turco del congreso de los jeques

La Audiencia Provincial de Salamanca acoge este miércoles el juicio contra José María Fuentes, el asesor elegido a dedo por el exconcejal de tabernas, por falsificar el expediente académico para justificar que tenía el título universitario requerido para acceder a ese cargo de confianza. Fue contratado, entre otras cosas, para organizar el congreso fake de los jeques, y acabó siendo cabeza de turco de los dirigentes del PP municipal para escurrir el bulto de ese intento de engaño social.

Nada de esto hubiera trascendido si no fuera porque el procesado fue uno de los organizadores del congreso de los jeques, algo que hizo con el consentimiento y conocimiento del PP municipal. Ahora se enfrenta a una petición de 2 años de prisión por falsificar su expediente académico y el título y a otros 2 por estafa.

No obstante, cuando La Crónica de Salamanca destapó el engaño social que se había organizado, lo sacrificaron como cabeza de turco, porque ellos mismos se consideraron víctimas del fraude. No porque lo de los jeques fuera una trola, que lo sabían de sobra y con un año de antelación, sino porque no podían consentir que un advenedizo osara colarles una titulación de la que carecía. Un cosa es que organices un congreso de jeques sin blanca para engañar al personal, pero es imperdonable que te inventes las notas.

Cuando La Crónica de Salamanca desveló el tongo del Peace City World Congress por el Palacio de Congresos habían desfilado ya empresarios convocados ante la expectativa de una inversión millonaria que se avecinaba y no podrían dejar escapar. Y pululaban unos disfrazados de jeques, algunos lo eran, pero todos más tiesos que la mojama, y con la única intención de montar una trama de comisiones de intermediación urbanística e inmobiliaria en Salamanca aprovechando las facilidades que les daba su primo, el exconcejal de tabernas.

Para entonces ya habían colocado en el resto de medios locales (y algunos nacionales) algunas de sus iniciativas, por inverosímiles que parecieran, como el icónico telesilla/teleférico desde Santa Marta hasta el centro de la ciudad, y en ese plan. Pese a lo descabellado de las propuestas a nadie extrañaron y se narraron con una naturalidad sin filtros.

El PP local, que consintió el asunto para generar expectativas entre los salmantinos de cara a unas inminentes elecciones, se frotaba las manos. Sabe que en muchas ocasiones basta con decir que va a hacer algo para que se dé por hecho, y así durante décadas, aunque sea humo.

Todo iba según lo previsto, pero cuando La Crónica de Salamanca destapó el pufo el PP municipal tardó pocos días en buscar a quién encasquetar las responsabilidades, y el cabeza de turco propicio elegido fue ese amigo del concejal estrafalario de Cs que quería pasar a la posteridad como el artífice del milagro económico de Salamanca.

José María Fuentes era el eslabón débil. El PP no podía cortarle la cabeza al concejal de tabernas, porque era necesario para mantener la mayoría absoluta (le quitó las competencias, pero le dejó el sueldo), y puso en el punto de mira al ambicioso asesor que también quería pasar a la historia, pero después de apretarse un sueldazo que no habría imaginado ni es sus mejores sueños y sin hacer casi nada. Ahora también le exigen que devuelva los 135.000 euros que llegó a cobrar del Ayuntamiento en poco más de un año.

Además de ambicioso, Fuentes había buscado atajos para hacerse valer en los despachos políticos donde se reparte la pasta, y eso acabó siendo su perdición. Consentido en su momento, por acción u omisión, a la hora de la verdad se agarraron a eso para crucificarlo.

Los dirigentes del consistorio, que lo sabían todo, se hicieron los ofendiditos porque un asesor elegido a dedo no tenía el título que se requería para acceder a un cargo de la categoría que se le había asignado, a pesar de la morterada que iba a cobrar al año, y tampoco dudaron de su capacidad cuando propuso lo de los jeques, que lo sueltas en la barra del bar y se descojonan de ti.

Todos tan contentos y organizando el evento con un cierre de congreso con acto oficial incluido en el salón de recepciones del Ayuntamiento, reservado para los grandes acontecimientos de la ciudad. Ese en el que se pusieron las bandas de falleros y le agradecieron a los jeques y demás, que están sin blanca, que llenara de ilusión el corazón de los salmantinos. O sea.

Para salir del atolladero maquinaron un relato con hechos alternativos, de los que el PP fabrica con precisión quirúrgica. Se trataba de que no tuvieran que condenar el teatrillo de los jeques que se hizo con su consentimiento, porque era como reconocer un engaño social masivo, y sacrificar al asesor nombrado a dedo que organizó el evento porque no tenía los estudios que decía haber realizado.

Con la ayuda de los mismos que vendieron el telesilla y dieron pábulo a un futuro lleno de esperanza e ilusión para Salamanca, le sacaron las notas de la Usal (la ley de protección datos todavía se está recuperando de la cornada) y se hizo escarnio de él para que cale la idea de que todo ha sido culpa de ese que es un mentiroso, que los había engañado incluso a ellos.

Es como no reconocer que lo de los jeques era una patraña y un intento de engaño social, y que todo era obra de un asesor que además de mentiroso era mago, porque había organizado semejante sarao sin que nadie lo supiera, cuando el Ayuntamiento puso el Palacio de Congresos, lo inauguró, lo clausuró y pagó los gañotes, entre otras cosas.

Algo parecido a lo que pasó en la película Casablanca cuando el jefe de los gendarmes, el capitán Renault, que se ganaba un sobresueldo con las comisiones para hacer la vista gorda con el juego, que estaba prohibido, tuvo que hacer una redada y no dudó en exclamar: ¡Qué escándalo, aquí se juega!.

Pues eso, promuevo un congreso con jeques de pega y cuando se desvela el engaño se exclama en en el número 1 de la Plaza Mayor: ¡Qué escándalo, Fuentes no tiene el título!

Al final, nos hemos quedado sin el teleférico trastormesino y vamos a tener que consolarnos con un ascensor en las escaleras de La Riojana.

Y colorín colorado, el asesor se va a comer el marrón como está mandado.