Alertan de la precarización del servicio de ayuda a domicilio

Asade defiende que valorar la calidad y experiencia es clave para garantizar un servicio integral que va más allá del precio, asegurando dignidad y autonomía a miles de personas
residencia mayores ancianos
Un mayor en una residencia. Imagen de StockSnap en Pixabay

La Asociación de Empresas de Servicios de Atención a la Dependencia (Asede) manifiesta su profunda preocupación por la interpretación que, desde algunas administraciones y órganos de control, se hace respecto a los criterios de valoración de los concursos públicos del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), especialmente a raíz de las conclusiones extraídas del reciente informe del Consejo de Cuentas de Castilla y León.

El documento, publicado en septiembre de 2024 y que fiscaliza los contratos adjudicados por diversas diputaciones provinciales en 2023, alerta sobre una supuesta falta de objetividad en la aplicación de los criterios técnicos o de calidad, cuestionando incluso la conveniencia de incluirlos en los pliegos. A la vez, subraya que algunos concursos se resuelven únicamente aplicando fórmulas matemáticas basadas en el precio más bajo, eliminando los juicios de valor.

Frente a esta visión reduccionista del proceso de contratación, Asede plantea una reflexión de fondo: ¿se quiere un SAD que simplemente cumpla con los mínimos legales o uno que realmente mejore la vida de las personas?

El SAD no puede seguir concibiéndose como un conjunto de tareas estandarizadas y mínimas. Es una herramienta transformadora que permite a las personas vivir en su entorno con apoyo, dignidad y autonomía. El uso de criterios técnicos en los procesos de contratación no solo es legal, sino imprescindible para garantizar un servicio público de calidad.

El SAD es una prestación pública que permite que decenas de miles de personas mayores, dependientes o con necesidades específicas sigan viviendo en su hogar con dignidad, autonomía y seguridad. Su valor no se limita a las horas de atención ni al cumplimiento de funciones básicas como la higiene o el mantenimiento del hogar. Va mucho más allá. Supone una red de apoyo humano, social y emocional que lucha contra la soledad no deseada y fomenta la inclusión y la participación comunitaria.

Reducir la adjudicación de este servicio al precio más bajo es, en la práctica, convertir la calidad en un lujo prescindible. Y eso es inaceptable.

El informe del Consejo de Cuentas señala que, si el servicio que se presta es el mismo para todos, no tendría sentido otorgar mayor puntuación a una memoria técnica o proyecto, al considerar que no hay margen para aportar mejoras significativas. Este planteamiento parte, sin embargo, de una premisa errónea: que todas las empresas licitadoras son iguales, que tienen las mismas metodologías, los mismos recursos humanos y técnicos, y que ofrecen el mismo modelo de atención. Y no es así.

Valorar técnicamente las propuestas es valorar la capacidad, experiencia, innovación y compromiso de las empresas que prestan el SAD. Es dar espacio al conocimiento acumulado, a las buenas prácticas, a la tecnología aplicada al cuidado y a los modelos de atención centrados en la persona. Es apostar por un servicio que evoluciona, que se adapta a los nuevos retos demográficos y que se construye en alianza con las administraciones desde una lógica de colaboración público-privada.

Según sus análisis, basados en 1.736 licitaciones de SAD publicadas en los últimos cinco años a nivel nacional, cuando no se valora el proyecto técnico, el 99,57% del presupuesto termina adjudicándose al licitador más barato.

Es decir, en ausencia de criterios cualitativos diferenciadores, la competencia se reduce al precio y eso, inevitablemente, conduce a una pérdida de calidad. Esto no es una opinión. Es una realidad constatable que debería preocupar a todos.

La Ley de Contratos del Sector Público (LCSP) obliga a aplicar una pluralidad de criterios, siendo la calidad un factor que debe representar al menos el 51% de la puntuación total. No exige que estos criterios sean únicamente objetivos o matemáticos. Permite, y de hecho fomenta, la evaluación mediante juicios de valor, siempre que se realicen con transparencia, justificación y rigor técnico.

Además, la ley reconoce como criterios cualitativos válidos aspectos como, la cualificación y experiencia del personal, las características técnicas y sociales del servicio, la innovación tecnológica o el impacto en la inclusión social y la sostenibilidad.

No se puede olvidar que detrás del SAD hay más de 10.000 profesionales en Castilla y León, en su mayoría mujeres, que cada día cuidan, acompañan y sostienen a más de 40.000 personas usuarias. Valorar adecuadamente los proyectos técnicos también significa incentivar condiciones laborales más dignas, políticas de formación continua, medidas de conciliación y estabilidad en el empleo. Elementos que no se pueden incluir ni valorar únicamente con cifras.

Desde Asade apelan a todas las administraciones públicas para que hagan una lectura integral de la normativa y de la responsabilidad que implica gestionar servicios esenciales como el SAD. Piden que no cedan a la tentación del cortoplacismo presupuestario ni al simplismo tecnocrático que reduce la licitación pública a una subasta.

Quieren recordar que el objetivo del SAD no es solo prestar un servicio, sino mejorar vidas. Y eso exige medir no solo el coste, sino el valor.

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Más artículos relacionados

Te recomendamos

Buscar
Servicios