Opinión

Unamuno, al fin resucitado

El nicho donde están los restos de Unamuno.

Me cuentan el caso de una señora mayor que empieza a padecer Alzheimer y ha dado en repetir las cosas que dice. (Todos lo hacemos, pero con el Alzheimer va a más). Así que en una ocasión le dijo a un vecino:

-¿Sabes que fulano ha fallecido?

-Sí, le responde, esta mañana ya ha muerto cuatro veces.

Con Unamuno ha pasado algo parecido en los últimos años. Resulta que no falleció, sino que fue asesinado por un taimado falangista. Así se dijo en una película documental de 2020 de cuyo nombre no quiero acordarme. Luego se ha dado vueltas una y otra vez en torno al infundio en libros, conferencias y noticias de prensa. Según esta, siempre receptiva a todo lo que aparente ser rompedor o escandaloso, el documental era «de extraordinaria valía» y un «trabajo minucioso y apasionante».

Ahí se ve que es demasiado pedir a los medios un poco de respeto a la historiografía y a la documentación, zafiamente manipulada en la película de referencia. Artículos de Severiano Delgado y de Francisco Blanco, grandes unamunólogos, han demostrado que el asesinato de Don Miguel es una impostura sin fundamento y que su muerte fue «natural, imprevista y repentina”. Ni se ve qué podían ganar con esa muerte Franco o los falangistas, que reivindicaron desde el primer momento la figura de Unamuno (indebidamente) como uno de los suyos.

No vamos a incidir más en el debate, en el que yo mismo he participado, criticando de paso la “unamunitis” que padece la cultura local en los últimos años. Ahora más bien quiero manifestar mi alegría porque la Universidad de Salamanca ha conseguido dar vida a don Miguel gracias a la inteligencia artificial. El pasado uno de abril se presentó en la Casa museo de Unamuno un ente virtual o avatar con la apariencia física, la indumentaria y la voz del antiguo rector, con el que pronto se podrá mantener una conversación (en vida eso era más bien difícil).

Nos alegramos en primer lugar por el propio Unamuno, pues de algún modo, aunque sea una resurrección virtual, se viene a cumplir su más íntimo y vivo deseo: la inmortalidad. Recordemos sin ir más lejos el vehemente pasaje de El sentimiento trágico de la vida donde dice: «no quiero morirme (…), quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo (…) y por esto me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia”. Me dicen, sin embargo, que el avatar presentado es aún un poco tosco, pero no dudo de que el actual Sr. rector, que es un fuera de serie en cosas de AI, podrá perfeccionarlo. Y que incluso podrá hacer que el avatar escriba nuevas nivolas, ensayos (con muchas notas, eso sí) y artículos contra el gobierno. Quizá hasta nos diga qué dijo realmente el 12 de octubre y cómo fue su óbito. Y ya puestos, ¿por qué no imaginarlo de nuevo como rector de una universidad virtual? Gaudeamus.

Otra manera de sobrevivencia, también deseada por Don Miguel, y por todos los escritores, está en la fama y el reconocimiento como creador. Pues bien, resulta que esta historia del Unamuno virtual deriva de que se ha sabido que Chris Ríos, capitán de una de las naves espaciales de Star Trek, lee en sus tiempos muertos El sentimiento trágico de la vida. O sea, un explorador del universo que necesita complementar su visión del mundo con la lectura de un autor que indaga y divaga sobre el sentido de la vida y de la creación, así como el de la condición humana y su mortalidad.

Pues que te sigan leyendo en el siglo XXIV es haber conseguido un poco la inmortalidad, ¿no?

Cuando me creáis más muerto

retemblaré en vuestras manos.

2 comentarios en «Unamuno, al fin resucitado»

  1. Precisamente esos artículos a los que alude, lo que hacen es demostrar que lo que ocurrió fue algo antinatural , previsto y con alevosía. Sería muy interesante que usted se interesase por las recientes investigaciones de Carlos Sá Mayoral sobre la influencia de Franco en el asesinato de D.Miguel.

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  2. La cita entrecomillada es de un artículo de Francisco Blanco, uno de los mayores especialistas en Unamuno. En ella aporta evidencias sobradas sobre su opinión, cosa que no hacen los que sostienen la falacia del asesinato, que se limitan a especulaciones.

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