Cada inicio de mayo los lilos de mi pequeño huerto florecen con elegancia y puntualidad. Tengo dos morados y uno blanco. Unas semanas antes me brotaron los jacintos, narcisos, tulipanes y el carraspique que me invade con su blancura nívea los parterres y los tiestos.
Espero con impaciencia cada año el delicado olor de las lilas que el viento difunde por el patio. Me actualiza el ciclo de renovación y esperanza y la efímera belleza de la vida que con su paz y serenidad nos aporta cada primavera. Las lilas son mayo en esencia, por unos días colorean el espacio y nos hablan con su perfume recordándonos que estamos vivos.
“Es mayo: las lilas están en flor, olvídate de ti mismo…“ (M. Rubin). En su esplendor, como amigos perdidos o relaciones distanciadas vuelven a través de la ausencia y el dolor para ratificarnos que el amor nunca se acaba.
Quizá como ninguna otra flor su olor dulce, lánguido y soñoliento que flota por todas partes nos invita a una sensualidad casi divina que nos da fuerzas para seguir amando. Sucede que en la alegría o la tristeza, en la pasión o en el desamor las flores son nuestras más constantes amigas.
Nos dan ejemplo de convivencia. Las flores no compiten entre sí. Crecen y florecen a su tiempo y ritmo. Cada especie con su modo de ser y todas conviviendo en armonía en la naturaleza. Sin requerir nuestras miradas ni nuestras manos. Sin pedirnos agradecimientos ni cuidados extraordinarios. Sin plantearnos expectativas. Se dan, se muestran al sol y nos invitan a admirar el don de la existencia.
Decía Buda que “si tan sólo pudiéramos ver el milagro de una sola flor, nuestra vida entera cambiaría…”- Este hermoso milagro que podemos percibir en estos días de mayo con el brotar de las lilas. Son humildes, en grandes árboles o en pequeños arbustos durante varios días abren la multitud de pequeñitas flores que componen cada ramo, se dejan libar por las abejas e insectos y pintan con su tonalidad malva y morada los jardines de nuestra ciudad.
Acercarse o sentarse bajo los lilos en plan contemplativo, exponiendo todos nuestros sentidos a su presencia es una tarea primaveral que nos reconciliará con la vida y con nosotros mismos. Es cosa buena dedicar tiempo a sentir empatía con tantas flores como nos va ofreciendo esta primavera tan lluviosa. Es esta una tarea que engrandece también nuestro espíritu. No hay que pasar de largo por tanta belleza natural como tenemos tan cerca. Vivir también es saber ‘perder’ el tiempo entre las plantas y las flores.
Por fortuna todavía en esta Salamancoches tenemos abundancia de árboles, jardines y rincones floridos. Vivámoslos.
Hace tiempo redacté esta breve oración-poema que viene como anillo al dedo:
“Lilas en este mayo azúcar
confirman que la Verdad no te interesa.
Aromas del jardín atardeciendo
revelan lo más íntimo tuyo:
ternura, gratuidad, benevolencia:
Jesús te hace feliz…”
2 comentarios en «Lilas»
Bonito ramo
Aromáticas líneas.