Va a más que la forma de vestir y el aspecto físico sea de lo que se hace tarjeta de visita para presentarse ante los demás. Son los que por disponer de un armario bien surtido y asistir a un flamante gimnasio creen que es buen aval para destacar y ser mejor valorados. Personas que hacen de menos el encanto natural y les falta ingenio para crear; inseguros que en vez de con elegancia hacen por lucir con presunción.
Tanto se cultiva la imagen que se muestra y se da tanta importancia a la moda, que algunos acaban asumiendo lo de: “así visto, así pienso”. Cuesta hacer bajar de la altura de su torre a quienes hacen su personalidad del verse guapos y compuestos. Si esto sigue así, de tantos y tantas que se exhiben con lo que ocultar su falta de consistencia, va a ser una suerte dar con quien mira, sonríe, habla y se mueve con naturalidad.
Se ha llegado a un punto de despropósito que no es raro encontrarse con los que alardean de saber que el color amarillo desvela un carácter desacomplejado y quienes muestran su fortaleza subiendo a la pata coja una escalera. No vale asombrarse, pues, de que existan quienes temen más combinar mal los colores y falten anabolizantes en las tiendas, que sucedan catástrofes como la DANA y haya quienes en vez de la escuela están en la guerra.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
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2 comentarios en «Ni aparentar ni desesperar»
Manolo entiendo de tu mensaje que el lucir una marca cara es síntoma de personalidad y cultura, craso error , pues el hábito no hace al monje, al contrario es síntoma de ser débil y dejarse llevar por el consumismo
A mí, como a ti, amigo J,A, me parece, que vestir por aparentar y decir por quedar bien, es sinónimo de falsedad y falta de autoestima.