[dropcap]L[/dropcap]a pandemia está dejando al descubierto las carencias de servicios e instituciones que hasta ahora parecían más consistentes.
El Ayuntamiento de Salamanca es una de las que se ha visto arrasada por el tsunami del coronavirus, que ha resaltado más de lo que le conviene al PP su inacción y el descontrol de su socio de gobierno, Cs, o al menos dos de los tres ediles que el PP ha contratado para sumar la mayoría absoluta que necesitaba para estar tranquilo esta legislatura y a la espera de que los próximos comicios sean menos propicios para Cs y todo vuelva a la normalidad salmantina.
Cuando todo iba bien, cualquier político nos valía, pero ahora se necesitan mujeres y hombres que sepan vestirse por los pies y conocer muy bien el terreno que pisan. Durante estos meses, en el Ayuntamiento de Salamanca no han sabido ni atarse los cordones.
Todo ello contribuye a transmitir una imagen de improvisación e insolvencia cuando el Ayuntamiento debería ser la primera referencia fiable para los ciudadanos en una situación tan desestabilizadora como esta.
En lugar de eso, el equipo de Gobierno se ha caracterizado por borrarse del mapa durante los tres primeros meses de la pandemia, cuando peor lo estaba pasando la población, para luego llegar tarde, mal y con un plan de ayudas miserables, improvisado y hueco que apenas llega a quienes más lo necesitan, por las condiciones leoninas que impone o porque sus medidas no sirven para nada.
Por poner un ejemplo: hace unos días, desde el Ayuntamiento se anunció a bombo y platillo que mandarían una mascarilla a cada salmantino mayor de 65 años. 50 lavados, pero era tan almidonada la tela como obsesiva es la necesidad de salir en los medios por parte de los miembros del equipo de Gobierno. Los que la han utilizado tienen dificultades para respirar con normalidad.
Acostumbrado como está el equipo de Gobierno a no hacer nada, porque lo que le puede dar quebraderos de cabeza lo ha privatizado (agua, basura, transporte, servicios deportivos,…) y se desentiende de ello, salvo para cuestiones menos confesables, ahora que ha llegado algo inesperado no sabe qué hacer.
Mientras esperan a ver qué se cuece en la Junta y en el Gobierno de España, visitan rotondas, restos arqueológicos, coches eléctricos, el césped artificial dela Alamedilla y otros logros por el estilo, sin olvidarse de pedir a Renfe más frecuencias con Madrid, ahora que el turismo está en auge. ¡Qué poder de seducción tendrá verse en una fotografía! Más recientemente andan metiendo máquinas en terrenos para construir un polígono, sin saber para quién es y sin tener en cuenta que hay muchas naves vacías en los existentes. Me pregunto: ¿por qué ese empeño en urbanizar? ¿Qué ocultan las tuberías?
Más desorientados aún parecen los ediles de Cs contratados por el PP para incluirlos en el equipo de Gobierno, y que también representan a los salmantinos, aunque no se lo crean. Carecen de trascendencia política y se les ve algo escasos, pero eso no es una eximente, en vista de sus apariciones estelares que conducen a la melancolía y a la confusión. Un descontrol que los lleva a no hacer nada reseñable en sus competencias y, en medio del aturdimiento, participar en las manifestaciones de algunos colectivos afectados por las medidas restrictivas adoptadas en este caso por la Junta, gobernada asimismo por el PP y Cs. ¡Por dios, a vueltas con la fotografía!
El PP no se atreve a reconvenirlos, no se vayan a cabrear y decidan cambiar de mejor amigo (no corren ese peligro, porque no se les ve muy inclinados hacia el socialcomunismo del PSOE), aunque, señores del PP, estos contratados también los representan. Empiezo el refrán: Cría cuervos…. termínenlo ustedes señores populares., porque su concejales de Ciudadanos forman parte del Gobierno y, por extensión, les representan en esas declaraciones.
En el peor de los casos, los dejan hacer para que sean ellos quienes hagan lo que a ellos les pide el cuerpo pero no se atreven, que es pedir más trenes a Madrid y cabezas en Valladolid, que ya empiezan a ser sospechosos de socialcomunistas para las hordas del PP provincial, que aún acumulan dosis de caspa nada desdeñables y tics decimonónicos. Se quedaron en el fax, no les interesa que los pueblos, de los que tanto hablan, tengan buenas conexiones a internet, no vaya a ser que lean lo que no les interesa.
El concejal de hostelería, Fernando Castaño, está desatado. En medio del delirio ha llegado a decir que su sueldo (66.000 euros al año) se lo pagan los hosteleros, así que para qué defender los intereses de los salmantinos, si quienes le pagan son los hosteleros. Pues nada. Ya ha participado en una de las tres manifestaciones del sector contra la Junta (cómo será la cosa, que los hosteleros le han dedicado una pancarta y aún le embarga la emoción) y en otra de los autónomos que acapararon los hosteleros y en la que llegó a coger el micrófono para pedir el rescate del sector a fondo perdido, como a la banca en 2010. A los demás que estaban allí, ya se irá viendo.
Y este sábado acudió a la que organizaron los gimnasios, que no son necesariamente competencia suya ni le pagan el sueldo, de momento, pero acudió con el carisma que imprime que los hosteleros te hayan dedicado una pancarta. Y junto a él, la concejala Ana Suárez Otero, que reclama otra pancarta. Dicen que dice que trabaja 16 horas al día para mejorar la calidad de vida de los salmantinos más necesitados. Quizá si trabajara ocho nos iría mejor. Ni corta ni perezosa pidió ayudas directas para los afectados por las decisiones que toman los políticos y que se pongan en marcha «inmediatamente», con un par, como si ella se hubiera aplicado sus sus propias recetas.
Una deriva que amenaza con ir a más, como la desidia de un equipo de Gobierno desorientado, sobrepasado, sin ideas ni ganas de salir de su espacio de confort, pidiendo trenes sin turistas y planes al Gobierno central (socialcomunista) para que los ayuntamientos puedan dedicar sus remanentes para combatir los efectos del coronavirus cuando el de Salamanca está en números rojos, sin dinero ni ganas de hacer algo por el prójimo.
¿A ver si después de todo la culpa es del Gobierno?
P.D. Para ser justos, hay que decir que para incentivar el comercio, encendieron las luces de Navidad un mes antes y las empezaron a colgar casi en septiembre.
4 comentarios en «Ayuntamiento sin rumbo»
AL FINAL EL SR CASTAÑO, CUANTAS CONCEJALIAS TIENE, CUALES Y SI TIENE ASESORES. NO CONVIENE SOBRECARGARLO, AL FINAL DEL TODO, QUE SI SABE, QUE SI NO SABE, PERO ES EL QUE MAS SE LO CURRA Y TODOS A SU ESPALDA, PARA QUE SE LLEVE LOS PALOS.
Panda de p****** todos
Estamos de acuerdo en muchas cosas, y no seré yo quien defienda a quien se debería de haber ido a la oposición en la junta y en el ayuntamiento.
Pero con un alvia a las 6y30 de la mañana en dirección Madrid y otro que llega a las 22:20 a Salamanca, dígame usted si a los trabajadores que van y a Madrid y a Segovia les viene bien.
Quizá recuperar el de las 15:55…
Porqué no se si sabe que los trenes que van por avila rondan las tres horas de viaje… yo si.
Estos de los que hablo no son turistas, son Salmantinos que tienen sus familias en Salamanca y quieren poder vivir en su ciudad.
Por cierto, empezamos por 1hy35 de trayecto y ya vamos por una hora y 40, ¿la idea no era bajar a hora y 20 o es que no hay prisa y nadie de preocupa de mejorar las comunicaciones con Salamanca?
Añado Zamora, que también tenía un tren en el que iban zamoranos a trabajar y que se lo han suprimido.
Si me argumenta que no hay demanda, efectivamente con esos horarios no la hay ni la habrá, así que estamos con el problema de la pescadilla que se muerde la cola, pero con una pérdida poblacional de 7 personas diarias (la mayoría en edad de trabajar y de tener familias, que sistemáticamente son echados por la falta de oportunidades ) en nuestra tierra no podemos pensar en una rentabilidad puramente económica de los trenes, y pensar más en una rentabilidad social (fijación de población, creación de consumo y de puestos de trabajo…).
Debemos exigir a TODOS los políticos que hagan eso, que gobiernen.
por supuesto que hay que recuperar los trenes a Madrid, pero no es el momento. Ahora lo que toca es quedarse lo más quietos que se pueda, cada uno en su ciudad para dejar la pandemia en una incidencia mínima. Los que trabajen en Madrid deberían quedarse allí.