Cada mañana las noticias del mundo nos sumen en una tormenta, los malos modos de los políticos en la decepción y los conflictos bélicos en la inseguridad. Porque ninguna sociedad sobrevive con solo señalar las causas de los desastres que la arruinan, hemos de aplicar remedios como: rehusar a los que promueven conflictos, resistir a quienes los impulsan y no resignarse a vivir cohibidos. Cuesta, pero merece la pena.
Sabido es que, por lo común, las estructuras políticas, la riqueza y el poder se concentran en un reducido número de manos. Hechos que en democracia no debieran suceder ni la mayoría consentir. No es que se haya llegado a una dramática degradación de las instituciones ni los políticos sean en general marrulleros, pero la verdad es que conviene que les instemos a que lleguen a acuerdos, se erradique el amiguismo y los organismos públicos sirvan a todos por igual.
Dado el ambiente general de enfrentamientos y proliferen los ruidosos maleducados, costará que se recupere el fundamento del pluralismo, se respeten las ideas de los demás y predominen la verdad y la templanza. No será fácil que cese el que cada uno crea solo en sus razones, menosprecie a los que son diferentes y se insulte a los que obran en sentido opuesto al propio. Buen día será el que a nadie se le ocurra cruzar líneas rojas, ninguno pretenda reescribir la historia a su conveniencia y se nos dé la noticia que socialistas y populares han firmado el armisticio.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
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1 comentario en «Malas y buenas noticias»
El autor del artículo atina cuando nos da a entender que hay políticos que solo piensan en los poderes económicos y de comunicación que tienen la capacidad de influir en el pensar de las masas para incuncarle odio y rechazo a otros colectivos y que no piensen en las medidas que se aprueban positivas